DOCUMENTO-DE-APOYO-3-MANUAL-ESTILOS-DE-APRENDIZAJE
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4) Los alumnos generan<br />
metáforas basadas en<br />
conexiones que no son de<br />
primordial importancia.<br />
Esto no es un problema mientras usted aclare<br />
para la clase la relativa importancia de las<br />
conexiones para comprender el tema. No deje<br />
de recompensar incluso las metáforas menos<br />
efectivas; demuestran un pensamiento<br />
metafórico y deben ser alentadas. Jamás<br />
rechace o ignore la metáfora de un alumno.<br />
El grado de efectividad en el uso de la analogía depende en gran parte de la<br />
experiencia del alumno. Si está usted utilizando la metáfora de un motor con un<br />
alumno cuya pasión es arreglar coches, es muy posible que la respuesta sea muy<br />
positiva, no sólo porque ha elegido usted algo en lo que el alumno está interesado,<br />
sino también porque él posee un rico acopio de experiencia con el que reflexionar<br />
sobre el nuevo tema, y porque es muy probable que haga preguntas y consiga<br />
percepciones que un alumno con una mentalidad menos mecánica pasaría por<br />
alto.<br />
Cómo ayudar a los alumnos a generar metáforas<br />
El problema de encontrar la metáfora “acertada” para cada alumno, queda<br />
fácilmente solucionado cuando se permite a los alumnos sugerir sus metáforas<br />
basándose en su propia experiencia. Al solicitar metáforas, usted no sólo asegura<br />
que los alumnos hayan tenido una experiencia directa con la analogía y se<br />
interesen por ella, sino que además les procura un adiestramiento directo y<br />
explícito en el pensamiento metafórico. De hecho, si bien seleccionar buenas<br />
metáforas para presentar un tema es importante, lograr que los alumnos ofrezcan<br />
sus metáforas propias constituye una contribución mucho más significativa al<br />
proceso de aprendizaje.<br />
Una analogía nunca es exactamente como la cosa con la que se la está<br />
comparando; siempre hay discrepancias. Al crear metáforas para enseñar algo, el<br />
profesor necesita buscar la “coincidencia” más ajustada que sea posible encontrar,<br />
o sea, la analogía más parecida al tema enseñado. Cuanto más cercana es la<br />
analogía, menor es la posibilidad de confusión. Sin embargo, las analogías<br />
generadas por los alumnos no necesitan tener la misma estrecha coincidencia de<br />
las analogías presentadas para enseñar. Los alumnos pueden demostrar una<br />
excelente captación del tema incluso con una analogía relativamente deficiente si<br />
pueden articular con claridad en qué es semejante y diferente su analogía con<br />
respecto al tema. La analogía en sí no es ni mucho menos tan importante como el<br />
pensamiento que hay tras ella, y por esta razón es esencial pedir similitudes y<br />
discrepancias cuando un alumno ofrece una analogía. Una vez la clase ha<br />
adquirido una cierta experiencia con la metáfora, encontrará alumnos que<br />
empezarán a hurgar en las respuestas de otros, sugiriendo otras similitudes y<br />
discrepancias que le hayan pasado por alto al autor. El juego mental implicado en<br />
estos intercambios no sólo es divertido, sino que además contribuye a que todos<br />
comprendan el tema.<br />
Algunos alumnos son capaces de proponer metáforas excelentes, pero guardan<br />
silencio cuando se les pregunta en qué se parece o se diferencia el tema respecto<br />
a la analogía. Para algunos, el problema es de confianza en sí mismos; pueden<br />
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DGB/DCA/12-2004