12.10.2015 Views

DOCUMENTO-DE-APOYO-3-MANUAL-ESTILOS-DE-APRENDIZAJE

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

4) Los alumnos generan<br />

metáforas basadas en<br />

conexiones que no son de<br />

primordial importancia.<br />

Esto no es un problema mientras usted aclare<br />

para la clase la relativa importancia de las<br />

conexiones para comprender el tema. No deje<br />

de recompensar incluso las metáforas menos<br />

efectivas; demuestran un pensamiento<br />

metafórico y deben ser alentadas. Jamás<br />

rechace o ignore la metáfora de un alumno.<br />

El grado de efectividad en el uso de la analogía depende en gran parte de la<br />

experiencia del alumno. Si está usted utilizando la metáfora de un motor con un<br />

alumno cuya pasión es arreglar coches, es muy posible que la respuesta sea muy<br />

positiva, no sólo porque ha elegido usted algo en lo que el alumno está interesado,<br />

sino también porque él posee un rico acopio de experiencia con el que reflexionar<br />

sobre el nuevo tema, y porque es muy probable que haga preguntas y consiga<br />

percepciones que un alumno con una mentalidad menos mecánica pasaría por<br />

alto.<br />

Cómo ayudar a los alumnos a generar metáforas<br />

El problema de encontrar la metáfora “acertada” para cada alumno, queda<br />

fácilmente solucionado cuando se permite a los alumnos sugerir sus metáforas<br />

basándose en su propia experiencia. Al solicitar metáforas, usted no sólo asegura<br />

que los alumnos hayan tenido una experiencia directa con la analogía y se<br />

interesen por ella, sino que además les procura un adiestramiento directo y<br />

explícito en el pensamiento metafórico. De hecho, si bien seleccionar buenas<br />

metáforas para presentar un tema es importante, lograr que los alumnos ofrezcan<br />

sus metáforas propias constituye una contribución mucho más significativa al<br />

proceso de aprendizaje.<br />

Una analogía nunca es exactamente como la cosa con la que se la está<br />

comparando; siempre hay discrepancias. Al crear metáforas para enseñar algo, el<br />

profesor necesita buscar la “coincidencia” más ajustada que sea posible encontrar,<br />

o sea, la analogía más parecida al tema enseñado. Cuanto más cercana es la<br />

analogía, menor es la posibilidad de confusión. Sin embargo, las analogías<br />

generadas por los alumnos no necesitan tener la misma estrecha coincidencia de<br />

las analogías presentadas para enseñar. Los alumnos pueden demostrar una<br />

excelente captación del tema incluso con una analogía relativamente deficiente si<br />

pueden articular con claridad en qué es semejante y diferente su analogía con<br />

respecto al tema. La analogía en sí no es ni mucho menos tan importante como el<br />

pensamiento que hay tras ella, y por esta razón es esencial pedir similitudes y<br />

discrepancias cuando un alumno ofrece una analogía. Una vez la clase ha<br />

adquirido una cierta experiencia con la metáfora, encontrará alumnos que<br />

empezarán a hurgar en las respuestas de otros, sugiriendo otras similitudes y<br />

discrepancias que le hayan pasado por alto al autor. El juego mental implicado en<br />

estos intercambios no sólo es divertido, sino que además contribuye a que todos<br />

comprendan el tema.<br />

Algunos alumnos son capaces de proponer metáforas excelentes, pero guardan<br />

silencio cuando se les pregunta en qué se parece o se diferencia el tema respecto<br />

a la analogía. Para algunos, el problema es de confianza en sí mismos; pueden<br />

51<br />

DGB/DCA/12-2004

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!