Setorial Panorama of Brazilian Culture - 2011|2012
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Es importante valorar la existencia de grupos y colectivos artísticos locales
Los recursos para la producción cultural brasileña todavía están bastante concentrados en algunas regiones
necesario distribuirlos de forma más igualitaria por las regiones del país.
Mayor estímulo a la inversión en regiones menos atendidas Es necesario que más proyectos,
en más regiones, reciban recursos público La iniciativa privada puede contribuir en este proceso invirtiendo en
producciones culturales regionales.
Las relaciones entre los actores de la cadena productiva de la cultura no se favorecen y muchas cuestiones que podrían
responderse a partir del diálogo entre ellos todavía permanecen abiertas.
En la observación del productor cultural, algunos puntos llaman bastante la atención. El primero que se puede subrayar
es que la mayor parte de los productores no viven exclusivamente de su actividad con la cultura. ¿Será una profesión? Sin
esta estructuración, presentar la necesidad de profesionalización (desarrollo de capacidades administrativas, de gestión)
infiere la necesidad anterior de constitución y estímulo a esta profesión.
Además, se verifica que el productor para obtener la competencia de gestión necesaria para su actividad, tiene que
dominar diversas áreas de conocimiento (derecho tributario, derecho cultural, marketing, comunicación, administración,
contabilidad, producción, cultura) que van mucho más allá de las que hoy domina. Con tantas necesidades y sin una oferta
de cursos orientados al área, ¿cuál es la posibilidad de especialización y desarrollo?
En lo que se refiere al posibilitador, las cuestiones importantes se presentaron por este público con el fin de dialogar
con las prácticas y leyes hoy establecidas. Vale recordar que Panorama sectorial de la cultura brasileña entrevistó tanto a
gestores y responsables de la toma decisiones del sector público como del privado.
¿Cómo distribuir los recursos de la ley Rouanet en la modalidad mecenazgo en el país si no hay volúmenes de proyectos
presentados en otras regiones?
¿Cómo aumentar la participación del capital privado en la cultura?
¿Los indicadores orientados a recursos tangibles utilizados por los posibilitadores no deben ser repensados?
¿La unidad «proyecto» favorece el desarrollo de un sector?
Está en tramitación la aprobación del Programa Nacional de Fomento e Incentivo a la Cultura (Procultura), en
sustitución a la Ley Rouanet, que apunta a diferencias en las formas de evaluación y aprobación de los proyectos y en la
movilización de recursos, y que hará que la relación entre productores e inversores deban revisarse. Algunos de los
cambios pretendidos por el Procultura son:
• hacer del Fondo Nacional de Cultura el principal mecanismo de inversiones en la cultura. El FNC actuará de acuerdo
con las políticas públicas de cultura, con la intención de promover la descentralización del financiamiento a la cultura y
promover la protección y valoración de las diversas manifestaciones artísticas y culturales. Para proyectos con expectativa
de ganancia se utilizará, preferentemente, la aplicación de recursos a través de la modalidad inversión.
• crear franjas para la deducción del impuesto sobre la renta, cuyo porcentaje de exención estará relacionado con el
mérito, no con el área cultural, y los proyectos se analizarán, evaluarán y seleccionarán para la aplicación de los recursos.
• reducir los patrocinios que privilegian iniciativas que aportan a la imagen de la empresa y valoran la dimensión cultural
de los proyectos.
• aplicar una porción de los recursos del FNC en cada región del país, mediante transferencia directa a fondos públicos de
los municipios, estados y distrito federal, para el financiamiento de proyectos culturales elegidos a través de la selección pública.
• crear fondos sectoriales que recibirán porcentajes de la dotación global del FNC, asegurándose recursos mínimos
para todos los sectores culturales.
Es
Conclusiones
En esta investigación, se evidenciaron algunas dificultades de relación entre productores culturales
y gestores y responsables de la toma de decisiones de la inversión en cultura. Sin la comprensión y el
reconocimiento de la importancia de cada actor por todos los participantes de la cadena productiva,
el desarrollo del sector queda comprometido. Los productores tienen que comprender el papel y legitimar
la importancia de los patrocinadores y el gobierno, tanto como estos deben reconocer la importancia
y las necesidades de los productores.
Otras cuestiones surgieron como puntos de atención debido a características de este sector.
No todas las manifestaciones culturales nacen para responder a una demanda específica, es decir,
no necesariamente tengan un mercado relevante para que puedan desarrollarse. Por otro lado, tales
manifestaciones ocupan un lugar estratégico en el desarrollo de un país, principalmente por ser
responsables del bienestar social e insumo para el acto creativo. De esta forma, se evidencia que
entender, evaluar y medir la cultura a partir de indicadores socioeconómicos típicos es disminuir su
potencial y su contribución al país, además de comprometer su desarrollo. Los estudios de nuevos
indicadores son urgentes para que la cultura restituya su papel estratégico en el desarrollo y, por
consiguiente, una financiación adecuada.
Si por un lado, el sector hoy exige mayor desarrollo y profesionalización del productor, por otro lado, exige un gran esfuerzo
de ese actor que en cada nueva iniciativa necesita lidiar con el riesgo que todo emprendedor tiene en un nuevo negocio.
No hay energía que resista a una vida de riesgos, dicen algunos productores. Cuestión para pensar.
Debería haber un cambio de foco, tanto del productor y del inversor, del proyecto hacia el
proceso. Hoy, todos los esfuerzos se concentran en la realización y el patrocinio de un proyecto y su
producto resultante, dejando de lado todos los esfuerzos anteriores y posteriores de esa realización y
que, si se consideran, podrían traer la continuidad de esa relación.
Las prácticas actuales exigen también de las iniciativas culturales una certeza de éxito que, muchas
veces, en el desarrollo de nuevos lenguajes y experimentaciones no deberían ser su finalidad. Esto,
evaluado por algunos posibilitadores, trae el riesgo de fomentar solo lo que ya existe; no favorece la
innovación.
Estas y varias otras cuestiones presentadas en el transcurso de esta investigación demuestran
que existe la necesidad urgente de nuevas investigaciones, estudios y entendimientos. Esta
producción de conocimiento se debe estimular. Sin embargo, se refuerza aquí que muchas
cuestiones se pueden solucionar a partir del diálogo y del intercambio de conocimiento entre los
diversos actores de la cadena productiva de la cultura.
El diálogo y la construcción colectiva de conocimiento solo será posible al reconocerse y legitimar
los diversos conocimientos existentes en la cadena productiva de la cultura. El reconocimiento de la
importancia de cada actor fundamenta y caracteriza las particularidades de un modelo de cultura
sostenible para el sector.
De las 53 metas del Plan Nacional de Cultura (2012), 9 se orientan a la formación,
capacitación y profesionalización de los productores culturales y trabajadores de la Cultura.
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