Relats Breus Dones 9e i 10e - Dones Despí - Sant Joan Despí

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RECORDANDO BOLILLOS M. Carmen Romero
Desde que enviudé y me jubilé tengo dos aficiones, más o menos recuperadas, una es
la lectura y la escritura, en la que mi hija insiste mucho para que tenga activa la mente,
y la otra es los encajes de bolillos para mantener activas las manos (y la mente). De la
última lectura que acabo de devolver a la biblioteca, cojo prestada una idea que viene
a decir más o menos, que las personas tenemos menos importancia que un punto
y coma en una novela de ochocientas páginas. Y la ligo con todas las ideas que me
vienen a la cabeza cuando automáticamente febriles los dedos corren, muchos días,
delante de la almohadilla con los palillos y los alfileres y, sin poder remediarlo, vuelven
a mi mente los primeros años de aprendizaje, en mi casa o en la puerta de la calle
tomando el fresco con mi madre y mis tías.
Soy una anciana porque la vida me ha pasado por dentro y por fuera, a mí no me gusta
que me lo digan, pero viví la guerra española de niña, y sobre todo la posguerra, y las
posguerras familiares. Aunque lo hice con resignación cristiana (que se decía entonces),
no con indiferencia porque era imposible, pero sí aceptando lo que iba viniendo
como una cosa natural, como si el destino mandara más sobre mi persona que mis
propios padres. Y fue cosa del destino que yo pasara gran parte de la guerra española
en Francia, ni acogida ni refugiada políticamente hablando, sino más bien salvada,
momentáneamente, de la cruda realidad bélica de mi pueblo.
Nunca supo mi hija, o sabrá, que cuando me dejó para leer las poesías de Antonio
Machado, encontré en su Retrato muchas cosas que me identificaban con él. En sus
versos no sólo recordé tiempos pasados en Sevilla, donde él nació y yo viví y trabajé
cuando tenía dieciséis y diecisiete años, sino que también encontré una alusión al huerto
de Ronsard, un poeta francés, que las personas de mi entorno no deben saber quien
fue, pero que sólo su nombre, no qué hizo o su vida, porque eso lo he aprendido más
tarde llevada por la curiosidad, identifiqué inmediatamente con un parque del pueblo
donde estuve acogida en Francia: Vendome. Mi historia algunos casos que recordar no
quiero, ¡jolines con Machado!
Digo que no se lo he contado a mi hija ni a mis nietos nunca porque no quiero pasar
por una más de las niñas mártires de la guerra española. Mi situación fue, en cierto
modo, muy privilegiada, y a la vuelta lo que me encontré fue lo mismo que tenían todas
las gentes de alrededor, y poco después el denso telón, más que cortina, de silencio