Relats Breus Dones 9e i 10e - Dones Despí - Sant Joan Despí
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Larga melena azabache, lacia y espesa, húmeda y despeinada; inmensos ojos del<br />
color de la noche, rebeldes cuales caballos desbocados, reflejan la luz nocturna como<br />
las gotas de lluvia sobre los cristales empañados; carnosos labios rojizos, boca triste<br />
que dejó escapar un millar de suspiros vacíos, mas ahora esboza sonrisas envenenadas<br />
a la noche; dientes perlados, afilados, amenazantes; nariz pequeña y puntiaguda; tez<br />
blanca, nívea, pálida, enfermiza, la dota de semblante fantasmagórico al contraponerse<br />
con sus cabellos. Brazos y piernas desnudos, mas no siente el frío de la madrugada,<br />
lleva por toda vestidura un vestido ligero de lino. Sus pies de plata, como los de la<br />
progenitora de Aquiles, no ostentan ningún calzado; olvidados dejó pues, sus zapatos<br />
en algún paraje que ignora. Ni brazaletes, ni collares, ni anillos, no requiere ninguna<br />
ornamenta, pues tan solo eclipsaría su beldad natural de ninfa clásica, cruel sacrilegio<br />
sería.<br />
La lluvia empapa su rostro, se desliza por sus níveas mejillas i cae suavemente por su<br />
cuello enhiesto; mojando sus ropas, que se ciñen a su esbelta figura intuyendo sus<br />
delicadas formas. El agua clara realza la palidez de su piel, dotándola de semblante<br />
perlado cual estatua de mármol perfectamente pulida. El cabello mojado cae sobre su<br />
rostro, enmarcándolo, aprisionándolo, mas a ella no lo importa. Disfruta de las gotas<br />
de lluvia sobre su piel, regocijándose, alimentándose de ellas para complacer su ansia<br />
de libertad. Ella es azabache y nácar, dos elementos antagónicos que se unieron para<br />
crearla; ella es una lucha constante entre ambos, luchan para dominarla pero ignoran<br />
que su simbiosis es lo que la hace perfecta.<br />
Corre por la amplia avenida vacía, con grácil movimiento y extrema ligereza sobre sus<br />
pies descalzos, como si bailase una delicada danza de ballet. Huye. Mas, ¿de qué?<br />
Su rostro no expresa temor alguno. Huye, como Dafne de Apolo, mas su Apolo está<br />
ausente. ¿Es inexistente o tan solo invisible? Huye de sus miedos, sus inseguridades,<br />
su monótona vida que la asfixia y la consume. Anhela ser libre, es lo que más desea,<br />
vivir sin rendir cuentas a nadie más que a ella misma; sin límites, sin complejos, sin<br />
prejuicios… pero no puede. Carece de la voluntad necesaria para dejarlo todo y sabe<br />
que, haga lo que haga, jamás podrá librarse de sus miedos e inseguridades, pues no es<br />
más que una esclava del destino. Se desliza entre el agua, como una gota más, pero de<br />
todas ellas, ella es la reina. Avanza por el jardín de diamantes sin detenerse a contemplarlos,<br />
pues podría perecer al maravillarse de su belleza. No debe detenerse, o Apolo<br />
la atrapará y consumirá su esencia. No debe dejarse atrapar, debe seguir adelante, sin<br />
mirar atrás, hasta que el carro de Helios se lleve la noche. Sus pies no se cansan, corren,