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Relats Breus Dones 9e i 10e - Dones Despí - Sant Joan Despí

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saltan, bailan, se deslizan, resbalan, vuelan, pero nunca se detienen. Sus brazos danzan<br />

al ritmo de la noche, como alas blancas, sus dedos largos juguetean con las gotas de<br />

lluvia, tocando un arpa invisible.<br />

Todas las noches de lluvia, cuando las calles quedan vacías, aparece ella. Corriendo con<br />

agilidad; danzando grácilmente con la noche y la lluvia ligera, con la mirada serena,<br />

una amplia sonrisa en los labios y una profunda expresión de libertad. Ciudad, noche y<br />

lluvia, he aquí su locus amoenus. Así es libre, así y solo así. Ese es su ritual de purificación,<br />

su secreto mejor guardado.<br />

Esta noche, en que la luna se encuentra ausente y que no hay otra luz más que las<br />

creadas por el hombre, ella es la dueña de la noche; con su pureza ilumina la oscuridad<br />

corrompida por las luces irreales. La luna ya no es necesaria en esta noche lluviosa,<br />

pues está ella.<br />

La contemplo desde mi ventana, des de la soledad de mi apartamento, llevándome a<br />

los labios una y otra vez un cigarrillo mentolado manchado de carmín rosado. A oscuras<br />

en la lúgubre y sobria habitación escasamente decorada, de pie frente a la ventana<br />

cerrada, la veo pasar a través de las gotas de lluvia adheridas al cristal transparente.<br />

Éste queda empañado por un repentino suspiro mío, mas, rápidamente mi mano frota<br />

el cristal con ágil movimiento y esbozo una sonrisa de satisfacción. Tomo de nuevo el<br />

elixir malsano, mi único vicio a parte de ella, mi Dafne, y alzando ligeramente la barbilla<br />

dejo escapar el humo grisáceo, que se desvanece lentamente impregnando la habitación<br />

con su hedor. Sin apartar la mirada ni una sola vez de esa ninfa que cruza la avenida<br />

grácilmente, casi levitando sobre la acera mojada. Mi rostro cansado se refleja en el<br />

cristal mojado, mas es un reflejo borroso y fantasmal, es la sombra de lo que soy, que a<br />

su vez es la sombra de lo que fui. Contemple al espectro que se me asemeja, siguiendo<br />

sus contornos borrosos con la yema de mis dedos y palpo sus mejillas demacradas y<br />

cadavéricas. Veo sus cabellos, tan despeinados, no puedo evitar llevar mi mano a mi<br />

cuero cabelludo y deslizar mis dedos desde la raíz a las puntas, deshaciendo los enredes<br />

de mi cabello castaño, que nada tiene que ver el de mi Dafne. Por inercia, repito la<br />

operación una y otra vez, con mi mano peino mi pelo, con ímpetu nervioso, con apesadumbrada<br />

prisa. De repente, algo llama mi atención y me obliga a detenerme. Sus ojos.<br />

Los ojos del espectro de la ventana. Esos ojos me asustan y me hacen contener la respiración.<br />

Un poco de ceniza se desprende de mi cigarrillo y cae sobre mi pie descalzo,<br />

convirtiéndose en polvo grisáceo que tiñe mi piel insensible. Clavo mis ojos en los suyos<br />

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