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31. Folclore y tradición - Instituto de Estudios Altoaragoneses

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los pEbEtEros dE san lorEnZo<br />

Los pebeteros <strong>de</strong> San Lorenzo<br />

Hace más <strong>de</strong> sesenta años, y por mor <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s ciudadanas<br />

y forasteriles, la gente no tenía que ir a mear a los bajos<br />

<strong>de</strong>l Casino o <strong>de</strong> «la Oscense», como ahora, ya que en nuestras<br />

principales plazas, <strong>de</strong> Zaragoza (hoy <strong>de</strong> Navarra), <strong>de</strong>l Principal<br />

(luego Calvo Sotelo y hoy <strong>de</strong> la Inmaculada), <strong>de</strong> San Pedro, <strong>de</strong> la<br />

Catedral, existían unas casetas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en color ver<strong>de</strong> llamadas<br />

urinarios y en baturro lenguaje mea<strong>de</strong>ros, con el rótulo interior<br />

para los <strong>de</strong>spistados <strong>de</strong> «Abróchense antes <strong>de</strong> salir» y una valla<br />

posterior por la que se veían por <strong>de</strong>bajo las piernas pa si había<br />

alguno «cambiando el agua <strong>de</strong> las olivas», como castizamente se<br />

dice. Aquellos <strong>de</strong>sahugos eran en tiempo veraniego una verda<strong>de</strong>ra<br />

pena. Cado <strong>de</strong> moscas y verte<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> restos <strong>de</strong> menudos <strong>de</strong> alguna<br />

ternera, cabezas <strong>de</strong> sardina, etc., etc., en fin, constantes focos <strong>de</strong><br />

infección.<br />

Todos estos urinarios <strong>de</strong>saparecieron cuando el Ayuntamiento<br />

abrió sus evacuatorios, el no va más <strong>de</strong> antaño, sitos en la plaza <strong>de</strong><br />

San Lorenzo, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la zapatería <strong>de</strong> Lacasta. Estos locales eran<br />

subterráneos y, aparte <strong>de</strong> las consiguientes instalaciones urinarias,<br />

había también varios «wateres» en fila india <strong>de</strong> los llamados «<strong>de</strong><br />

silla turca», o sea, para hacer la faena a pulso. Los techos también<br />

se hallaban sin cubrir, por lo cual no se precisaba teléfono para<br />

que los ocupantes pudieran comunicarse entre sí.<br />

Estos evacuatorios arrullaban entonces el olfato <strong>de</strong> los muchos<br />

segadores murcianos que dormían en la plaza, su techo en espera<br />

<strong>de</strong> ser logados. De poco le servía al cojo <strong>de</strong> la pata <strong>de</strong> palo su<br />

esmero y limpieza <strong>de</strong> aquellos pebeteros, que olían siempre como<br />

«kabila» moruna a pesar <strong>de</strong> los esmeros, pero, claro, la parroquia<br />

era numerosa y seguidos los <strong>de</strong>scendimientos escaleriles.<br />

Una mañana, entre dos ocupantes que llamaremos Primero<br />

y Segundo, en sendos «wateres» se suscitó la siguiente conversación:<br />

Primero: —¡Paice que se chemeca!...<br />

Segundo: —¡Pus en lamentar tampoco es usté manco!...<br />

Primero: —De poco me vale ir apurau con las juerzas. Llevo diez<br />

días apretando, y ni cosa...<br />

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