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Segunda parte MAESTROS, AMIGOS Y COLABORADORES

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MAESI'KOS. <strong>AMIGOS</strong> Y COLABOKADORES<br />

pirenaicas no quedaron libres de sus glaciares hasta poco antes de di-<br />

cha época.<br />

El Auriñaciense, que es mucho más antiguo, puesto de manifiesto por<br />

los hallazgos de Lartet/Christy, así como las estatuillas de marfil que lo<br />

caracterizan, había sido suprimido erróneamente por Gabriel de<br />

Mortillet [182i-18981. Piette no conoció el Auriñaciense hasta un mo-<br />

mento avanzado de su vida y no lo entendió. En '905, habiendo recons-<br />

truido una clasificación racional de la Edad del Rerio, establecí las di-<br />

versas etapas de esta civilización [...].<br />

Entre las dos guerras mundiales, Rayniond Lantier, sucesor de S.<br />

Reinach en el Musée des Antiquités Nationales, siguió solicitando mi<br />

ayuda, pidiéndome reorganizara por completo toda la gran sala de la<br />

piedra tallada cuya instalación remontaba a 1880 [...l.<br />

Cuando André Varagnac asumió la dirección del Musée, de nuevo se<br />

solicitó mi colaboración para poner en orden los materiales de Piette.<br />

Para ayudarme en este trabajo, al que dediqué muchas semanas durail-<br />

te los tres últimos años, Varagnac me propuso como asistente a la seño-<br />

ra Marthe Chollot [...l.<br />

De paso, contaré una anécdota que rrie explicó S. Reinach. Ocurrió<br />

que un día de la primera decada del siglo, la emperatriz Eugenia le pidió<br />

solicitara una autorización para una visita al museo cuya fundación ella<br />

consiguió en su momento del emperador Napoleón 111, siguiendo una<br />

sugerencia dc Prosper de Merimée [i803-18701. Este fue iin poco su<br />

educador y debió mostrarle no sólo la transformación de los galos bajo<br />

la influencia romana, sino también, antes de ellos, de todos los france-<br />

scs del viejo solar cuaternario. Con todo el respeto de un hombre caba-<br />

lleroso, Reinach acogió a la anciana emperatriz cuyo espíritu permane-<br />

cía muy vivo. Le hizo de guía y le mostró las obras maestras del grabado<br />

y de la escultura de la Edad del Reno, cuyo humilde aspecto contrasta<br />

con el esplendor de los finos grabados naturalistas que los decoran. La<br />

provecta soberana se mostró tan entusiasmada que hubo grandes traba-<br />

jos para arrancarla de allí, temiendo que no se fatigase por estar dcma-<br />

siado tiempo de pie. Reinach, que me contó el episodio, todavía se<br />

emocionaba al narrarlo.<br />

Aquel entusiasmo acredita la calidad excepcional de estas miniatu-<br />

ras, insignificaiites para quien no sabe mirarlas [...l.<br />

[De fecha indeterminada]. Hay que pensar que la calidad de mis

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