Segunda parte MAESTROS, AMIGOS Y COLABORADORES
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ABATE HENKI BKEUIL<br />
que más influyeron en mi orientación hacia la civilización y el arte del<br />
Paleolítico superior. Debo a G. D'Ault du Mesnil [iSq2-1gzo] el haber-<br />
me puesto en contacto con él desde Abbeville. Allí en 1897, D'Ault me<br />
convenció para que realizara por el sudoeste de Francia mi primer pe-<br />
regrinaje a los yacimientos de la Dordoña y de los Pirineos. Aderriás, me<br />
aconsejó vivamente fuera a visitar a su amigo Edouard Piettc que estaba<br />
excavando (por última vez) la Grotte du Pape de Brassempouy, en<br />
Chalosse (Landas).<br />
Piette aceptó con agrado mi visita. Llcpé hasta allí, no sin dificulta-<br />
des, desde Mont-de-Marsan y Saint-Sever, acompaiiado desde esta ciu-<br />
dad en carruaje por su colaborador De La Porterie. El trayecto nos ocu-<br />
pó casi toda una jornada y llegamos a una hora avanzada de la tarde ra-<br />
diante. Entonces en el Midi todavía existía un verdadero sol, celebrado<br />
con el estrépito de su canto agudo y de su vuelo resplandeciente por<br />
las cigarras y las mariposas. Brezos y aulagas florecían bajo los pinos, per-<br />
fumando la atmósfera. Estaba descubriendo el Midi eii su esplendor<br />
estival y no sé qué cosa de ancestral se despertaba en mí, como si fuera<br />
natural de la región aunque nacido bajo las brumas de La Mancha.<br />
Piette, cansado, estaba tendido bajo la sombra de unos arbustos. Me<br />
acogió de forma encantadora y me explicó inmediatamente su yacimien-<br />
to: el lugar de las estatuillas de maifil, por delante (sólo una) del esca-<br />
lón del umbral de la cueva; la zona de su izquierda, sobre un resalte,<br />
del Solutrense y del Magdaleniense IV, descubiertos al comienzo de los<br />
trabajos; el rincón de la izquierda del vestíbulo que sirvió como alma-<br />
cén de marfil, tan mal conservado que lo regalaba como pastelillos a las<br />
señoras, pues estaba reducido a la consistencia de iin requesón. En el<br />
interior me mostró la excavación en curso de la galería, en medio de<br />
una pasta arcillosa blanda. Eri este lugar, un arroyo provocaba la caída<br />
de la masa, revolviendo la estratigrafía y mezclando todos los niveles,<br />
desde el Auriñaciense al Magdaleniense IV. En el exterior, a la dere-<br />
cha, a linos 5 ó 6 metros de la entrada de la cueva, hizo abrir en ini honor<br />
una trinchera poco profunda de la quc surgió inmediatamente un<br />
montón de sílex 'del Auriñaciense típico.<br />
No era aún, me dijo, el nivel con estatuillas, situado más abajo, pero a<br />
esta distancia del abrigo, los materiales óseos estaban descompuestos,<br />
no esperando que se encontrasen obras de arte. Por ello había abando-<br />
nado las excavaciones en esta zona. Por el contrario, aunque mezclados,