Segunda parte MAESTROS, AMIGOS Y COLABORADORES
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ABATE HENRT RREUIL<br />
En el texto traducido se menr:iona, muy cerca de amhrw: cavidades, la caverna<br />
de La Cullalvera, con más de ciiico kilómetros de recomdo, no explorada en<br />
los trabajos de principios de siglo que nos ocupan. Siis escasas pinturas, la<br />
mayor <strong>parte</strong> signos, fueron descubierm en 1974 porJoaquín Grinrález Echegaray<br />
y Alfredo García Lorenzo (igoc-1971). Entre otros U-abajos: J. GONZÁLSZ<br />
ECHEGAKAY, .Pinturas rupestres de la cueva de La Cullalvera~~, Lhm ~hfIomenaje<br />
a.lCondedeiaVegadclS~:/h Oviedo, 1956, págs. 171-178,~ láms.; ID., .Lacuevade<br />
LaCullalveran, BulletindeiaSociCtCPréhist~de lXnCgt, 14, 1959, páp. 18-22.<br />
V?ase en el presente volumen: H. Ncalde del Río (págs. I jz-154); en<br />
Madrid, in m ekam (págs. 183-192); H. Alcalde dcl %o y L. Sierra en acción<br />
(págs 226229).<br />
El Castillo (Puente Viesgo)<br />
El pueblo de Puente Viesgo se halla a catorce kilómetros de Puente<br />
Arce, remontando el curso del río Pas. Dehe su nombre a un gracioso<br />
puente antiguo quc atraviesa la corriente con un solo y amplio arco, en<br />
un lugar donde las aguas se estrechan entre dos orillas rocosas. Unas<br />
fuentes termales atraen cada año hasta allí a numerosos aguistas.<br />
Al sur de la población, que se extiende a sus pies, se alza una elevada<br />
colina de caliza carboníiera que domina desde su cima cónica la orilla<br />
izquierda del río. Su nombre deriva de una pequeña torre, antaño edi-<br />
ficada en su cumbre y luego sustituida por un edículo consagrado a la<br />
Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora del Castillo (se le llama<br />
también .La Peña. o cl .Picacho,,).<br />
En el flanco de La Peña, hacia un tercio de su altura, se percibe des-<br />
de el pueblo una anfructuosidad coronada por unas oscuras matas de<br />
laurel. Una ruda escalada de un centenar de metros por la vertiente<br />
empinada, permite llegar hasta ella. Se descubre entonces el emplaza-<br />
miento de una vieja boca de caverna que los escombros y el hundimien-<br />
to de la visera rocosa casi han obstruido por completo. No queda allí más<br />
que un estrecho pasadizo entre los muros y la masa de rocas desprendi-<br />
das y por cl qiie cabe deslizarse con dificultad [antiguo acceso al inte-<br />
rior de la caverna]. Por delante de esta angostura y bajo la ceja que<br />
coronan las matas de laurel se extiende una plataforma sembrada de<br />
bloques angulosos, donde los antiguos habitantes podían instalarse có-<br />
modamente y recibir los rayos del sol naciente. [Sigue la descripción<br />
de las galerías irirel-ilas para pasar luego a la del arte parietal].