Segunda parte MAESTROS, AMIGOS Y COLABORADORES
Segunda parte MAESTROS, AMIGOS Y COLABORADORES
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<strong>MAESTROS</strong>, <strong>AMIGOS</strong> Y COI.ARORADORI!.S<br />
Alberto decidiese patrocinar las grandes excavaciones del Castillo y con-<br />
cibiese el proyecto de un Institut de Paléontologie Humaine en el que,<br />
bajo la dirección de Boule, Hugo Obermaier y yo mismo pudiiramos<br />
dedicamos a las investigaciones y excavaciones. Espero que Pa~il Wernert<br />
[i88g-icj7z] terminará pronto su texto para la publicación, retardada<br />
por tantos trastornos mundiales y creo está completamente escrito.<br />
El Castillo y muchas otras cavernas con arte fueron descub'iertas por<br />
don Hermilio Alcalde del Río [i 866-1 9471, de Torrelavega, que en 1902<br />
vino a visitarnos a Altamira. La falta de una lengua común había limita-<br />
do mucho nuestras conversaciones, pero en 61 nació entonces un celo<br />
ardiente en la exploración de las numerosas cavernas de la región que<br />
rüpidamente se reflejó en múltiples e importantes descubriinientos, en<br />
los que participó el padre lazarista Lorenzo Sierra. Ainbos fueron para<br />
iní, hasta su muerte, unos amigos y colaboradores admirables. (Estos des-<br />
cubriinientos me fueron comunicados por el seiior Pierre Paris [i85y-<br />
1g3i] que, desde los inicios, me animó en mis investigaciones en esta<br />
España de la que, más que nadie en el iniindo, amaba la extraordinaria<br />
riqueza arqueológica y aún más: el alma y el corazón. En muchas ocasio-<br />
nes me recibió generosamente, al igual que su colega Merimée, bajo el<br />
techo acogedor del Institut Francais de Madrid, del que eran directores.)<br />
Más tarde, en la vecina provincia de Oviedo, la labor de Alcalde del<br />
Río encoiltró un émulo muy valioso en el Conde dc la Vega del Sella<br />
[Ricardo Duque de Estrada, i87eig41], senador;que llevó a cabo y pu-<br />
blicó ilotables excavacionrs en las que, después de la guerra de 1914-<br />
i g 18, participó Hugo Oberniaier.<br />
Vuestro riobilísimo y llorado Duque de Bcswick y de Alba Uacoho Fitz<br />
James Stuart, 1878-19331 se dedicó entonces a la conservación de las<br />
cuevas cantábricas, en particular la de Altamira, donde hizo que<br />
Obermaier efectuase cxcavacioncs. Fue por su iniciativa que Obermaier<br />
y yo realizamos, en los años 1932-1935, una nueva y más perfecta edi-<br />
ción de estas célebres pinturas.<br />
Un día [de 19"], aquellos dos grandes señores españoles, H.<br />
Obermaier, el Conde H. Bégouen y yo mismo, estábamos reunidos en<br />
el prado de Altamira. ?Osaré decir que allí tuvimos un conciliábulo^^?<br />
Habíamos oido que unos prelados, más recelosos quc ilustrados [enca-<br />
bezados por el Cardenal Rafael Merry del Val, t 865-1930], desconfiaban<br />
de la Prehistoria y se esforzaban en obtener del Soberano Pontífice un