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Número 55 - Año XXIV - aespat

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Adicción a las compras 87<br />

a la adquisición de objetos superfluos, o incluso<br />

inútiles, que muchas veces no guardan<br />

una relación de congruencia con el gusto<br />

habitual del comprador ni con sus posibilidades<br />

económicas, hasta el punto de poder<br />

llevar sus recursos financieros a cifras<br />

rojas.<br />

Según O’ Guinn, y Faber, (1989), y<br />

Scherhorn, Reisch, y Raab, (1990) la compra<br />

compulsiva se caracteriza por ser crónica,<br />

repetitiva y excesiva, lo cual se convierte<br />

en una respuesta primaria a eventos negativos<br />

de la vida, deficiencias internas o<br />

sentimientos lo cual conlleva a un fuerte<br />

componente compensatorio. Estas compras<br />

compensatorias se confrontan con una tendencia<br />

a usar el acto de comprar como un<br />

medio de compensación para el estrés, decepción,<br />

frustración o a un déficit estructural,<br />

causado por una distorsión de autonomía<br />

y experimentada como una falta de autoestima.<br />

“La compra compulsiva” consiste en<br />

sentir un irrefrenable deseo, que se confunde<br />

con necesidad de adquirir cosas., sin reflexionar.<br />

Si no se compra, se siente ansiedad;<br />

al comprar, se satisface, pero no tarda<br />

en aparecer un sentimiento de culpa, de rabia<br />

contra uno mismo y de tristeza. Aun así,<br />

al día siguiente, o días después, se recae.<br />

Los psiquiatras KRAEPELIN, (1915) y<br />

BLEULER, (1924) remarcaron las características<br />

impulsivas e irrefrenables de las<br />

compras compulsivas, destacando la merma<br />

de la voluntad que ello implicaba, incluyendo<br />

el hecho de que a veces la compra<br />

patológica podría ser indicativa de estados<br />

alterados de inconsciencia.<br />

Esta adicción se sitúa en 3 posibles niveles:<br />

a. Las personas cuyo eje central en<br />

sus vidas es ir de compras.<br />

b. Las personas que tienen una constante<br />

necesidad de adquirir cosas<br />

nuevas.<br />

c. Las personas enganchadas al crédito<br />

La gratificación principal no está en lo adquirido<br />

sino en el mero hecho de comprar.<br />

Los expertos aseguran que esta tendencia<br />

a las compras compulsivas está relacionada<br />

con la propia inseguridad del consumidor,<br />

en ocasiones dominado por el afán de demostrar<br />

su poder adquisitivo o mantener su<br />

posición en el círculo de amigos.<br />

La compra de cosas innecesarias obedece<br />

a una motivación diversa, algunas veces<br />

entroncada en la autoafirmación del individuo<br />

como el refuerzo de la imagen, la comodidad,<br />

el capricho personal o la fidelidad<br />

a un comportamiento coleccionista. En otras<br />

ocasiones, la selección de artículos depende<br />

de la influencia proveniente de los demás<br />

en forma de sometimiento al dictado de<br />

la moda o a la presión de la rivalidad para<br />

no ser menos que los otros.<br />

Como factor general de fondo intervienen<br />

los mensajes publicitarios en estrecha alianza<br />

con el show de las grandes y pequeñas<br />

superficies de venta.<br />

Cada mañana los humanos nos despertamos<br />

en un mundo dispuesto a enviarnos<br />

unos mil mensajes publicitarios que alimentan<br />

la creencia de que adquiriendo productos<br />

alcanzaremos la felicidad, seremos más<br />

admirados, más deseados. Un mundo de<br />

ciudades pobladas de estos templos consagrados<br />

al ocio y al consumo: los centros comerciales.<br />

Lugares en los que hombres y<br />

mujeres se refugian al cobijo de un clima<br />

perfecto, más seguridad y la posibilidad de<br />

tenerlo todo al alcance de la mano.<br />

Este nuevo escenario no hubiera sido posible<br />

sin una revolución comercial que en<br />

sólo cincuenta años ha cambiado de un<br />

modo drástico la manera en que los ciudadanos<br />

de los países desarrollados tenemos<br />

de hacer la compra, tanto por el lugar en<br />

que la realizamos, como por la frecuencia,<br />

la manera y los artículos que adquirimos.<br />

Ya no existen los viejos ultramarinos en los<br />

que, tras el mostrador, el dependiente nos<br />

despachaba los productos. Ahora el consumidor<br />

coge personalmente los artículos que<br />

desea. Antes se abonaba siempre en metálico.<br />

Las tarjetas han sustituido a monedas y<br />

billetes. Antes los dueños de las tiendas se<br />

fiaban de su intuición para colocar la mer-<br />

Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista

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