una aportación al estudio del cuento fang de ... - Nuestro Centro
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Tejuelo, Monográfico: Una <strong>aportación</strong> <strong>al</strong> <strong>estudio</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>cuento</strong> <strong>fang</strong> … ISSN: 1988-8430.<br />
Cuando <strong>de</strong>spertó la rica mujer, comenzó a buscar su anillo. Miró en la mesita <strong>de</strong><br />
noche, en el escritorio, en el cofre <strong>de</strong> las joyas... No <strong>de</strong>jó rincón <strong>de</strong> la habitación sin<br />
examinar <strong>de</strong>tenidamente. Los empleados y guardianes notaron la preocupación <strong>de</strong> su<br />
dueña; sin embargo, Mikibi trabajaba con la misma natur<strong>al</strong>idad <strong>de</strong> todos los días.<br />
A mediodía todos los habitantes <strong><strong>de</strong>l</strong> p<strong>al</strong>acio sabían que el anillo <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> su<br />
dueña había <strong>de</strong>saparecido. ¿Quién sería el culpable?, se preguntaban unos a otros. La<br />
sospecha cayó sobre el empleado Mikibi, que trabajaba en las habitaciones interiores <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
p<strong>al</strong>acio. El responsable <strong><strong>de</strong>l</strong> person<strong>al</strong> lo llamó a su <strong>de</strong>spacho y le dijo:<br />
-Son muchos los que sospechan que has sido tú el que ha robado el anillo <strong>de</strong><br />
oro, pues trabajas cerca <strong>de</strong> la habitación <strong>de</strong> nuestra dueña. Mikibi, sin negarlo, rogó <strong>al</strong><br />
jefe <strong>de</strong> person<strong>al</strong> que, <strong>al</strong> atar<strong>de</strong>cer, reuniese a todos los empleados y vigilantes, presididos<br />
por la dueña <strong><strong>de</strong>l</strong> p<strong>al</strong>acio. Cuando todos estuvieron reunidos, Mikibi habló así:<br />
-Mujer y dueña <strong><strong>de</strong>l</strong> p<strong>al</strong>acio y <strong>de</strong> sus fincas, ¿no me reconoces?, ¿no te acuerdas<br />
<strong>de</strong> tu marido Mikibi, con quien vivías feliz? Pues tienes que saber que ése soy yo.<br />
Todos los asistentes se extrañaron gran<strong>de</strong>mente <strong>de</strong> lo que veían. Entonces,<br />
Mikibi se dirigió a ellos con estas p<strong>al</strong>abras:<br />
-Ésta fue mi mujer, primero fiel y luego ingrata y traidora. Me robó el anillo <strong>de</strong><br />
oro y se escapó <strong>de</strong> casa. Yo he recorrido kilómetros y kilómetros hasta dar con el anillo<br />
y, gracias a mi gato, lo he recuperado. Ahora os invito a todos a que vengáis conmigo a<br />
trabajar en mi pueblo. Mikibi habló con el anillo y, en un instante, el p<strong>al</strong>acio, las casas y<br />
las fincas que tenía su traidora mujer se convirtieron en ruinas, y ella quedó en completa<br />
pobreza y abandonada <strong>de</strong> todos. La llegada <strong>de</strong> Mikibi a su casa fue triunf<strong>al</strong>. Recuperó<br />
todas sus riquezas y las <strong>de</strong> sus familiares; dio trabajo, casa y fincas a todos los antiguos<br />
empleados y a los que le acompañaron. Se casó nuevamente y tuvo muchos hijos, que<br />
dieron origen a <strong>una</strong> tribu numerosa.<br />
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