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una aportación al estudio del cuento fang de ... - Nuestro Centro

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Tejuelo, Monográfico: Una <strong>aportación</strong> <strong>al</strong> <strong>estudio</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>cuento</strong> <strong>fang</strong> … ISSN: 1988-8430.<br />

16. Egueb foklong (el sombrerote).<br />

hijos.<br />

Zamayemebeque era un hombre muy rico, tenía muchas mujeres y numerosos<br />

Un día <strong>de</strong> abril, la única mujer <strong>de</strong> Zamayemebeque que no tenía hijos quedó<br />

embarazada, como otras <strong>de</strong> sus compañeras. Éstas dieron a luz en el momento<br />

oportuno; pero el parto <strong>de</strong> aquélla nunca llegaba. Pasaban las lluvias, pasaban las secas;<br />

la mujer plantaba las fincas, recogía las cosechas, año tras año, y el fruto esperado no<br />

maduraba. Todos los <strong><strong>de</strong>l</strong> poblado comentaban este caso raro, en sus casas, en el abáa,<br />

en el río, en las fincas; se preguntaban: ¿se trata <strong>de</strong> un embarazo?, ¿será <strong>una</strong><br />

enfermedad? También Zamayemebeque y su mujer estaban preocupados por la<br />

situación, pues no le dolía el vientre ni parte <strong>al</strong>g<strong>una</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo; estaba tan fuerte, sana y<br />

trabajadora como las <strong>de</strong>más mujeres.<br />

Cierta mañana, mientras la mujer sembraba el cacahuete, oyó <strong>una</strong> voz que s<strong>al</strong>ía<br />

<strong>de</strong> su vientre y le <strong>de</strong>cía:<br />

-Mamá, prepárate que ya voy a llegar.<br />

La sembradora preguntó, extrañada:<br />

-Si es ya la hora, vente como los <strong>de</strong>más. Inmediatamente, apareció un hermoso<br />

joven, con un gran sombrero en la cabeza y <strong>una</strong> «ebára» (<strong>al</strong>forja) <strong>al</strong> hombro, y habló así:<br />

-Soy tu hijo, el que tanto tiempo has esperado. Después <strong><strong>de</strong>l</strong> trabajo, tomaron el<br />

camino <strong><strong>de</strong>l</strong> poblado. El joven fue <strong>de</strong>recho <strong>al</strong> abáa, don<strong>de</strong> s<strong>al</strong>udó a los presentes y les<br />

rogó que fuesen a llamar a Zamayemebeque. Este acudió inmediatamente.<br />

El joven lo s<strong>al</strong>udó con estas p<strong>al</strong>abras:<br />

-Soy tu hijo, el que estuvo tanto tiempo en el vientre <strong>de</strong> la madre. Te ruego que<br />

me pongas el nombre.<br />

Contento el padre con esta buena noticia, comenzó a ponerle nombres <strong>de</strong> sus<br />

antepasados, <strong>de</strong> sus familiares, <strong>de</strong> personajes ilustres...; pero Lodos los rechazaba el<br />

hermoso joven. Se le agotó la lista <strong>de</strong> nombres. No sabía ya cuál ponerle. Entonces el<br />

joven dijo a su padre:<br />

-Me llamaré Egueb-Afoklong (El Sombrerote). Egueb-Afoklong comía siempre<br />

a solas, se <strong>al</strong>imentaba <strong>de</strong> comidas misteriosas, no probaba las que le preparaba su<br />

madre; poseía un po<strong>de</strong>r prodigioso: cuanto quería se re<strong>al</strong>izaba <strong>de</strong> forma misteriosa... Un<br />

día se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> los suyos y se fue <strong>al</strong> interior <strong>de</strong> la selva. Después <strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

largo camino, con los pies en el crist<strong>al</strong>ino río, se dijo a sí mismo:<br />

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