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Iglesias relevantes

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¿Ha escuchado usted el cántico que<br />

dice: “Después de la tormenta, viene la<br />

calma, viene la paz...”? Cuando recibí el<br />

tema de este artículo, eso fue lo primero<br />

que vino a mi mente, porque nuestra<br />

tendencia en la vida es esperar que algo<br />

suceda después de alguna situación de<br />

aflicción. En general, lo que deseamos<br />

es no quedarnos estancados en la misma<br />

situación. Sabemos que existen posibilidades<br />

para superarnos, triunfar y tener<br />

una segunda oportunidad. En otras palabras,<br />

no ponemos límites al conflicto,<br />

sino que abrigamos una esperanza que<br />

nos permite seguir adelante cada día.<br />

Todo esto me hace considerar el papel<br />

que juega la iglesia. ¿Cuál es nuestro<br />

objetivo al seleccionar días y horarios<br />

específicos para reunirnos en un lugar<br />

de adoración? ¿Qué tanta necesidad<br />

hay de ir a la iglesia, si podemos servir<br />

a Dios desde nuestros hogares? ¿Alguna<br />

vez ha considerado usted preguntas<br />

como éstas? Quizás usted sea una de las<br />

personas que dentro de sus convicciones<br />

ha incluido mantener una fiel asistencia<br />

a la iglesia como parte de una vida que<br />

sigue a Cristo, y por esta razón quizás no<br />

entienda el porqué existan personas que<br />

consideran una diferencia entre servir a<br />

Dios y asistir a la iglesia; como tampoco<br />

entienda porqué hay quienes no tienen<br />

en estima una membresía local. A usted<br />

le pido que sea tolerante con aquéllos<br />

que han dejado de asistir o no quieran<br />

hacerse miembros; y sobre todo, en vez<br />

de juzgarlos, que los cautive con su propio<br />

amor. Nuestra relación simbolizada<br />

en la cruz no está completa sin nuestra<br />

relación con el prójimo.<br />

24 M e n s a j e r o A l a B l a n c a m a y o / j u n i o d e 2 0 0 9<br />

Después de la iglesia<br />

Por otro lado, puede que usted,<br />

querido lector, sea uno de los que precisamente<br />

ya no le está encontrando (o<br />

nunca le ha encontrado) sentido a congregarse<br />

en una iglesia regularmente, y<br />

hasta se haya convencido de que puede<br />

servir a Dios desde su hogar; que no<br />

tiene que estar presente en la iglesia para<br />

que Dios le escuche y para cantarle. Es<br />

a usted a quien deseo dirigirme porque<br />

está dejando pasar por alto una de las<br />

experiencias más extraordinarias que<br />

ha existido por siglos.<br />

La iglesia se originó al ser establecida<br />

como institución por nuestro Dios desde<br />

el Antiguo Testamento. Desde que los<br />

israelitas salieron de Egipto, había un<br />

lugar donde “...cualquiera que buscaba<br />

a Jehová, salía al tabernáculo de reunión...”<br />

(Éxodo 33:7). Él quiso un lugar<br />

escogido donde manifestar Su gloria (2<br />

Crónicas 7:1b). Imagínese el cuadro: un<br />

centro de reunión donde podemos encontrar<br />

a Dios, donde Su presencia está<br />

garantizada, Su voluntad es manifiesta,<br />

Su amor se derrama, y Sus bendiciones<br />

abundan a través de hechos como los<br />

milagros, santificación, salvación, fe, esperanza<br />

y amor (2 Crónicas 6). Y como<br />

si fuera poco, tenemos la oportunidad<br />

para expresar nuestro asombro, gratitud<br />

y honra a través de palabras que exalten<br />

al Autor de la vida (Salmo 103:1). ¿Se ha<br />

dado cuenta usted de la emoción que<br />

se siente al congregarnos en un lugar<br />

donde Dios envía Su bendición? (Salmo<br />

133:1). Dios no obra casualmente. Todo<br />

lo que hace tiene propósito. En el Nuevo<br />

Testamento, la iglesia se distinguía precisamente<br />

porque había un cuerpo que<br />

Por: Milly Medina<br />

se apoyaba mutuamente en medio de<br />

las necesidades y dificultades, y fue por<br />

su perseverancia que Dios les bendijo<br />

(Hechos 2:46, 47).<br />

En los tiempos que vivimos donde<br />

cada cual quiere vivir su vida de ermitaño,<br />

en la soledad y distanciamiento<br />

de otros, es cuando más necesitamos<br />

entender la importancia de seguir congregándonos<br />

para servirle a Dios fielmente<br />

junto a otros que forman parte<br />

de Su cuerpo —la iglesia. Servir a Dios<br />

y asistir a la iglesia van de la mano. Pretender<br />

que son dos cosas distintas es<br />

como si se pretendiera sacar de una casa<br />

a uno de los cónyuges en un matrimonio<br />

que desea vivir junto para amarse, cuidarse<br />

y protegerse para siempre. ¿Cree<br />

usted que estando cada cual por su lado<br />

sería la manera de profundizar y perfeccionar<br />

su relación y amor? En ninguna<br />

manera. Al contrario, mientras más juntos<br />

y comunicados estén, mayor el disfrute<br />

en su relación la cual los motivará<br />

a seguir hacia adelante. ¡No deje de asistir<br />

a la iglesia! Si siente que ha perdido<br />

su pasión o amor por los hermanos,<br />

pídale a Dios que lo bautice de amor, y<br />

retorne al rebaño. Fuera de él corre más<br />

peligro y hasta me atrevo a decir que<br />

depresiones, porque no fuimos creados<br />

para estar solos ¡Conéctese a su iglesia<br />

y eche raíces! Sirva a Dios con alegría<br />

de corazón, y no deje de congregarse<br />

(Hebreos 10:25). ¿Qué mejor lugar para<br />

“venga [Su] reino” (Mateo 6:10), que en<br />

la iglesia?<br />

Invitación permanente: “Yo me<br />

alegré con los que me decían: A la casa de<br />

Jehová iremos” (Salmo 122:1).

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