Iglesias relevantes
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enseñanza que recibimos de la Palabra<br />
de Dios. En nuestros tiempos se hace<br />
patente cierta dejadez en cumplir con la<br />
Gran Comisión. Es hora que asumamos<br />
nuestro rol con mayor responsabilidad<br />
y compartamos las verdades de la<br />
Palabra a este mundo en crisis. Debemos<br />
aprovechar todas las oportunidades<br />
que se nos presentan para transmitir lo<br />
aprendido, con una fe activa, con seguridad<br />
en lo que creemos.<br />
¿Nos reunimos a adorar a Dios<br />
para celebrar nuestra redención<br />
y para recordar que no se trata de<br />
nosotros?<br />
En Hechos 2:42, Lucas destaca lo<br />
que me atrevería a decir es una clave<br />
especial para la reunión cristia na.<br />
Este es el segundo aspecto que deseo<br />
señalar en lo referente a la comunión.<br />
Lucas dice: “...en la comunión unos<br />
con otros, en el partimiento del pan y<br />
en las oraciones”. ¿Cuál es el motivo<br />
de nuestras reuniones cristianas? Es<br />
adorar, celebrar la santa comunión,<br />
recordar la demostración del sublime<br />
amor de Dios hacia nosotros. Nuestra<br />
liturgia no debe ser celebrarnos a nosotros,<br />
hacer las cosas como nos gustan,<br />
complacer a la gente haciendo del culto<br />
una actividad social o recreativa.<br />
Debemos mantener la solemnidad del<br />
culto a Dios, para que el enfoque sea<br />
Él. No se trata de mí, se trata de Dios;<br />
Jesús es el centro de nuestras reuniones<br />
(Colosenses 1:1520). Nuestra tarea es<br />
adorarle, reconocerlo y exaltarlo (véase<br />
Colosenses 1:2123). El salmista expresa<br />
una alabanza de acción de gracias<br />
por los beneficios recibidos (Salmo<br />
103). Vemos que lo primero que hace<br />
es citar el perdón de pecados, luego de<br />
lo cual continúa resaltando el beneficio<br />
de la sanidad física, el milagro de la<br />
regeneración, y concluye sobre el contexto<br />
de ese precioso Salmo que habla<br />
del amor maravilloso y eterno, y de la<br />
compasión misericordiosa del Padre.<br />
¿Cómo transmitimos esto una vez<br />
salimos de la iglesia? ¿Duermen nuestra<br />
fe y nuestras creencias durante la<br />
semana? ¿Cómo aplicamos lo aprendido<br />
en la vida diaria?<br />
Creo que la mejor manera, por<br />
no decir la única, de transmitir lo<br />
que aprendemos es permitiendo que<br />
el Espíritu Santo haga Su obra transformadora<br />
a través de la Palabra en<br />
nuestras vidas diariamente. Para eso<br />
debemos disponer nuestros corazones<br />
a Su sensibilidad para dejarle obrar.<br />
Creo que hoy día falta mucha sensibilidad<br />
en el pueblo de Dios; falta verdadera<br />
entrega. Es de ahí que viene la<br />
provisión, la capacidad, el deseo genuino<br />
de servir. Debemos entregarnos<br />
de manera tal que digamos: “Señor<br />
es que sin Ti nada puedo hacer. ¡Te<br />
necesito! ¡Ayúdame! El creyente debe<br />
vivir día a día buscando la comunión<br />
y tener hambre y sed de Dios (Salmo<br />
42:1, 2; 63:1, 2).<br />
Acostumbro cada lunes en la tarde<br />
reunirme a orar junto a un grupo de<br />
mujeres, e insto a cada lector a imitar<br />
esta actitud. Oramos en base a la palabra<br />
pastoral que recibimos el domingo,<br />
para que cobre vida en nosotras y se<br />
haga firme. Con esta práctica nuestra fe<br />
no se duerme y eso nos motiva a compartirla<br />
con otros que no asistieron o<br />
darla a alguien que tenga necesidad de<br />
recibirla. El Señor siempre permite que<br />
encontremos a alguien que la necesita<br />
y la damos. Procuremos que la enseñanza<br />
que transmitimos esté respaldada<br />
por una vida de sincera entrega, de<br />
integridad, de pureza delante de Dios y<br />
los demás.<br />
¿Será solamente predicar lo que se<br />
espera de nosotros?<br />
La predicación de la Palabra debe<br />
ir acompañada de señales y milagros.<br />
Marcos 8:110 narra la ocasión cuando<br />
Jesús, viendo la multitud que Le seguía,<br />
tuvo compasión de ellos, porque estaban<br />
como ovejas que no tienen pastor. Entre<br />
ellos había necesidad de comida física,<br />
la cual Él suplió. También habían enfermos<br />
a quienes sanó. Jesús atendió las<br />
necesidades emocionales, vio las esperanzas<br />
perdidas y despertó nuevas esperanzas<br />
en ellos. Lo interesante del caso es<br />
que como Sus seguidores que somos, Él<br />
nos delegó todo esto para que hagamos<br />
lo mismo en Su nombre. Nuestro Señor<br />
Jesucristo nos invita a tener compasión<br />
por la gente. Nos invita a que sintamos<br />
ese entrañable amor, esa empatía por<br />
las necesidades de los demás. A nuestro<br />
alrededor hay gente que necesita que le<br />
sirvamos y no nos damos cuenta. Pidámosle<br />
al Espíritu Santo que permita que<br />
Su poder opere a través de nosotros para<br />
hacer un trabajo efectivo, que nos haga<br />
ver las necesidades y ponga el ánimo<br />
pronto para atenderlas con diligencia.<br />
Tu lugar de trabajo, de estudios, las calles<br />
por donde caminas, tu vecindario,<br />
ese es tu lugar para ejercer el mandato<br />
santo de la Gran Comisión. Ese es tu<br />
Capernaum, tu Galilea, tu Samaria.<br />
Con este maravilloso don fluyendo sin<br />
límites, podrás llegar más allá de una<br />
predicación, demostrando que alguien<br />
hecho a la imagen de Dios (Efesios 2:10)<br />
está allí para que se operen milagros,<br />
mentes se liberen, familias sean sanadas<br />
y re conciliadas, matrimonios restaurados<br />
y exista un ambiente di ferente.<br />
Conforme a Hebreos 11:6, conviérte<br />
te en un agente de cambios, demostran<br />
do una legítima, viva y ge nuina fe.<br />
mensajeroalablanca@wwph.com 27