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Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional

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A la hora "H", que por lo visto era las ocho, comenzó el tiroteo en la parte por don<strong>de</strong> operaba Sanjurjo;<br />

luego vino la aviación, que bombar<strong>de</strong>ó muy bien a propios y extraños, y con estas pasó todo aquel día gris.<br />

Al anochecer nos dieron buenas noticias <strong>de</strong> la operación, que no había terminado. Quedaba algo pendiente<br />

para otro día. Dejamos <strong>un</strong>a sección —le tocó la china<br />

a Palmeiro— y los <strong>de</strong>más nos fuimos a dormir a Gea. En el caserón había <strong>un</strong> piano y tuve que aporrear sus<br />

teclas para solaz <strong>de</strong> mis compañeros.<br />

Al otro día amaneció lloviendo, por lo que la operación quedó aplazada. Ese día fui yo a relevar a Palmeiro<br />

en el monte; por la noche cesó la lluvia afort<strong>un</strong>adamente y en <strong>un</strong> abriguito construido con <strong>un</strong> árbol, <strong>un</strong>a lona<br />

cubre-cargas y dos fusiles pasé <strong>un</strong>a buena noche, siempre hablando con Pascual.<br />

Pero siguió lloviendo y la operación no podía hacerse; y así pasó <strong>un</strong>a semana <strong>de</strong> lluvia y sol. Cuando no<br />

estaba <strong>de</strong>stacado acompañaba al Pater y a Pastor en sus arriesgadas cacerías <strong>de</strong> caracoles, que luego<br />

comimos con gran algazara.<br />

Una noche que yo estaba <strong>de</strong>stacado llegó la noticia <strong>de</strong> que al siguiente día se terminaría la operación. Se<br />

habían acumulado muchos elementos, pues me hablaron<br />

<strong>de</strong> tanques, y trajeron <strong>un</strong>os botes <strong>de</strong> humo para ocultar la Infantería. Pasé la noche nervioso otra vez y al<br />

clarear me sorprendió la noticia <strong>de</strong> los centinelas, diciéndome que en los parapetos rojos no había nadie ya.<br />

Salió <strong>un</strong> vol<strong>un</strong>tario a reconocerlos; tras <strong>de</strong> él, <strong>un</strong>a escuadra. Y cuando llegó Rivera, con toda la Ban<strong>de</strong>ra,<br />

para iniciar la operación, le dije lo que había. Desplegamos y salimos en dirección a los rojos; efectivamente,<br />

los parapetos estaban abandonados. Recogimos muchas m<strong>un</strong>iciones, <strong>de</strong>rruimos a patadas las chabolas<br />

empezadas y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> reconocer el larguísimo camino cubierto que <strong>de</strong>sembocaba en <strong>un</strong>a pari<strong>de</strong>ra —<br />

puesto <strong>de</strong> mando— don<strong>de</strong> por cierto habían <strong>de</strong>jado <strong>un</strong>a mugrienta cuartilla que rezaba<br />

"Abajo estamos"<br />

nos volvimos cantando al p<strong>un</strong>to <strong>de</strong> partida. En honor a las "cacerías" <strong>de</strong> Pastor la operación quedó en los<br />

anales <strong>de</strong> la Ban<strong>de</strong>ra como "La Batalla <strong>de</strong> los Caracoles".<br />

Los botes <strong>de</strong> humo no sirvieron ni para "tiznar rojos", como pudo <strong>de</strong>cir el comandante Frutos que por esos<br />

días vino —en sustitución <strong>de</strong> Ruiz-Soldado, <strong>de</strong>licado para <strong>un</strong>a temporada— <strong>de</strong>stinado en comisión.<br />

Le conocí en Teruel, adon<strong>de</strong> fui con Coloma para traer m<strong>un</strong>iciones. Coloma estaba <strong>un</strong> poco mosca, porque<br />

el día <strong>de</strong> "los caracoles" la Catorce Compañía le pisó el terreno, y la suya llegó al parapeto rojo cuando<br />

nosotros nos volvíamos, cumplido el objetivo, y se hubiera ganado alg<strong>un</strong>a pesada broma <strong>de</strong> Rivera <strong>de</strong> no<br />

ser porque estaba muy entretenido abroncando a Palmeiro, que tuvo la galaica cachaza <strong>de</strong> dormirse y<br />

llegar poco antes que Coloma; pero, a pesar <strong>de</strong> su mosqueamiento, me quería mucho y me llevó a tan<br />

<strong>de</strong>licado servicio.<br />

Y en la Comandancia <strong>de</strong> Teruel vi por primera vez al comandante Frutos; temible en su enfado, gracioso<br />

hasta la carcajada cuando está <strong>de</strong> buenas y fornido <strong>de</strong> aspecto a<strong>un</strong>que jura que n<strong>un</strong>ca pesó ni sesenta<br />

kilos.<br />

A<strong>un</strong> estuvimos <strong>un</strong>a semana en Gea. Y nos aburrimos concienzudamente, salvo las bromas e inci<strong>de</strong>ntes<br />

que alargábamos todo lo posible.<br />

Un día hicimos paella en el campo; ironía <strong>de</strong> <strong>un</strong>os hombres que se pasan la vida, <strong>de</strong> pari<strong>de</strong>ra en pari<strong>de</strong>ra,<br />

por todos los campos <strong>de</strong> Aragón.<br />

Otro, discurrió Marra que pescásemos truchas con granadas <strong>de</strong> mano. Como la estratagema no dio más<br />

resultado que asustar a los alevines, pretendió <strong>de</strong>secar<br />

la acequia <strong>de</strong> la central eléctrica,<br />

Agarró con sus brazos <strong>de</strong> gorila el torniquete <strong>de</strong> la compuerta y se lió a darle vueltas, hasta que consiguió<br />

abrir la entrada <strong>de</strong> la turbina que, por ser <strong>de</strong> día,<br />

estaba <strong>de</strong>sconectada.

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