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Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional

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Una preocupación tenía, que alcanzaba grado <strong>de</strong> monomanía. La "orza"; <strong>un</strong>a vulgarísima tinaja que al lado<br />

<strong>de</strong> mi chabola contenía toda nuestra reserva <strong>de</strong> agua. Cuando cesaba <strong>un</strong> poco la chorreada <strong>de</strong> pepinazos,<br />

asomaba la cabeza.<br />

—"A ve si me rompen la orza"— <strong>de</strong>cía.<br />

El centinela, sentado en el parapeto como si aqueklo no fuese con él, con el <strong>de</strong>sprecio a la vida que sólo<br />

saben sentir los legionarios, nos an<strong>un</strong>ciaba a voces "lo que venia".<br />

—"Esta es <strong>de</strong>l diez y medio..."—gritaba- Y seguía balanceando las piernas sentado en el parapeto.<br />

Sanabria y yo nos apretábamos todo lo posible a la pared. Y el estallido (si estallaba) o el golpe seco <strong>de</strong> la<br />

granada en el suelo <strong>de</strong> la posición, se mezclaba a mis carcaiadas. Sanabria había terminado su cuento.<br />

—"¿An<strong>de</strong> vas Chiroba?".<br />

—"A baila er trompo, que los toros no me gustan..<br />

Fue <strong>un</strong>a temporada <strong>de</strong> guerra chiquita, diría <strong>un</strong> morazo <strong>de</strong> los que acompañan a Galera.<br />

Y tan "chiquita". No hacíamos más que divertirnos. El relevo nos divertió mucho más aún; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

<strong>un</strong>os días en Zaragoza, salimos aprisa y corriendo para Perdiguera otra vez.<br />

Los rojos, por sorpresa, se metieron en Monte Calvario, la posición que enlazaba Perdiguera y Leciñena,<br />

colgada <strong>de</strong> <strong>un</strong> cerro sobre el Monte Oscuro; tenebroso<br />

lugar draculesco, don<strong>de</strong> mero<strong>de</strong>aban los rojos.<br />

Aquel golpe <strong>de</strong> mano amenazaba seriamente la seguridad <strong>de</strong> toda la sierra <strong>de</strong> Alcubíerre, y hubo que<br />

anularlo reconquistando la posición sin esperar más.<br />

Allá fue otra vez la Columna Móvil.<br />

"Mañana hay pari<strong>de</strong>ra, porque lo manda Galera".<br />

Nos concentramos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Perdiguera. El batallón <strong>de</strong> Carros, mi Ban<strong>de</strong>ra y los falangistas <strong>de</strong> Escribano.<br />

Por la <strong>de</strong>recha, hacia Farlete, f<strong>un</strong>cionó la caballería. Y <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> nosotros los <strong>de</strong>l 7'7, como siempre.<br />

A las tres <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>splegamos. Avanzamos por el llano, sin hacer caso <strong>de</strong> la artillería roja, que tiró muy<br />

bien, justo es <strong>de</strong>cirlo; pero con tan buena suerte<br />

para nosotros, como atestigua este <strong>de</strong>talle.<br />

Entre los dos camilleros <strong>de</strong> mi sección (que iban separados a<strong>un</strong>) cayó <strong>un</strong> pepino <strong>de</strong>l i5'5. No estalló; dio <strong>un</strong><br />

rasponazo en el suelo y voló a los aires. Unos<br />

seg<strong>un</strong>dos estuvo zumbando sobre las cabezas <strong>de</strong> los camilleros. Al fin cayó, inofensivo, a sus pies. "Guerra<br />

chiquita".<br />

¿Para qué hablar más <strong>de</strong> aquella insulsa acción? Subimos, subimos —a mi sección le toco en extrema<br />

vanguardia—. Nos silbaron cuatro balas, que conté, y arriba encontramos ocho milicianos, casi lodos<br />

extranjeros. Cogimos <strong>un</strong>a ametralladora y rescatamos los cadáveres <strong>de</strong> hermanos nuestros. Nos tumbamos<br />

en el suelo y a la media noche nos relevaron y volvimos a Perdiguera. Demetrio se quedo dormido y no<br />

apareció hasta la mañana siguiente.<br />

Dos días <strong>de</strong>spués, ya <strong>de</strong>spejada la situación, nos volvimos a Zaragoza. Al montar en los camiones nos<br />

vieron los artilleros rojos y la emprendieron con nosotros. Es el relevo más rápido que he visto.<br />

* * *<br />

Luego, <strong>un</strong> mes en Zaragoza. El comandante nos confeccionó <strong>un</strong> horario y, por primera vez <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que era<br />

oficial, conocí el monótono servicio <strong>de</strong> cuartel. Por la mañana teníamos instrucción; salía toda la Ban<strong>de</strong>ra<br />

formada hasta la Gran Vía. Allí se hacía <strong>un</strong> poco <strong>de</strong> instrucción y volvíamos, <strong>de</strong>sfilando con la banda <strong>de</strong>

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