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Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional

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Pronto se levantó, al lado <strong>de</strong>l casinillo, <strong>un</strong>a chabola para el comandante. Al lado hicieron otra para el Pater<br />

y los médicos; y los cuatro soldados <strong>de</strong> Transmisiones que nos seguían a todas partes, <strong>de</strong>sarrollando hilo<br />

sin cesar, hicieron la suya. Loe enlaces y los sirvientes <strong>de</strong> las tres máquinas que constituían la única<br />

guarnición <strong>de</strong>l puesto <strong>de</strong> mando, les imitaron; las pesadas botas legionarias abrieron ruta, <strong>de</strong> chabola a<br />

chabola, maltratando las plantas <strong>de</strong> boj, y pronto fue aquello <strong>un</strong>a al<strong>de</strong>a militar como tantas otras.<br />

Yo disfruté <strong>de</strong>l mejor alojamiento. Tenían los rojos <strong>un</strong> par <strong>de</strong> piezas <strong>de</strong> montaña al otro lado <strong>de</strong>l valle que<br />

nos cañoneaban a menudo. Y el comandante me encargó <strong>de</strong> la construcción <strong>de</strong> <strong>un</strong> refugio. Gracias a eso,<br />

me facilitaron ma<strong>de</strong>ra y sacos; y refugio no, pero hice <strong>un</strong>a chabola magnífica, con pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sacos y<br />

tejado relativamente impermeable. También acredité mis dotes <strong>de</strong> <strong>de</strong>corador. Allanamos el suelo, <strong>de</strong>jando<br />

<strong>un</strong> estrado para que durmiera yo; la doté <strong>de</strong> <strong>un</strong>a magnífica chimenea con tubo y todo, y <strong>un</strong>a lata <strong>de</strong> caja <strong>de</strong><br />

m<strong>un</strong>ición se convirtió en <strong>de</strong>pósito <strong>de</strong>l "agua corriente" <strong>de</strong> aquel palacio.<br />

Fuera <strong>de</strong> estos quehaceres, que po<strong>de</strong>mos llamar domésticos, no hubo nada digno <strong>de</strong> mención a no ser <strong>un</strong><br />

ataque idiota <strong>de</strong> los rojos, que pretendieron reconquistar el Pueyo <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>recha, <strong>de</strong>fendido por<br />

falangistas. Los rechazaron a bombazos (don<strong>de</strong> esté la Legión hay bombas en ab<strong>un</strong>dancia) y se recogió el<br />

cadáver <strong>de</strong> <strong>un</strong> jefecillo rojo; nada menos que el "Delegado <strong>de</strong>l Gobierno Republicano en Barbastro", según<br />

rezaba su documentación. Traía <strong>un</strong> croquis, a pluma, <strong>de</strong> todo el valle <strong>de</strong> Tena, especificando la situación <strong>de</strong><br />

nuestras fuerzas; y, como <strong>de</strong>talle curioso, recuerdo que señalaba muy en particular las posiciones<br />

ocupadas por los esquiadores, a quienes aplicaba el remoquete, <strong>de</strong> "señoritos facciosos".<br />

* * *<br />

Otra aventurilla me proporcionó el Pater que, como todos, se aburría en la forzosa inactividad.<br />

Me propuso bajar <strong>un</strong>a noche al pueblecillo <strong>de</strong> Escuer, que dormía abandonado en la falda <strong>de</strong> la montaña<br />

que ocupábamos, en tentadora promesa <strong>de</strong> gloria y aventuras. Aquella misma tar<strong>de</strong> organizamos la<br />

expedición.<br />

La componíamos: Cuenca, mi enlace; "Regalitos", enlace <strong>de</strong> Plana Mayor; el maestro armero, el Pater y yo.<br />

Avisamos a los centinelas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scom<strong>un</strong>al hazaña<br />

que teníamos entre manos y, al anochecer, sin <strong>de</strong>círselo al comandante, comenzamos la marcha,<br />

pinar abajo.<br />

Íbamos bien provistos. Los enlaces y el maestro con mosquetones; el Pater con su revolver niquelado,<br />

temblando ligeramente en la mano <strong>de</strong>recha, y yo con mi magnífica "Astra". A<strong>de</strong>más, cuatro "laffittes" cada<br />

<strong>un</strong>o. Por si las moscas, que ya otra noche bajaron <strong>un</strong>os <strong>de</strong> la Quinta y se tropezaron <strong>un</strong>a patrulla <strong>de</strong><br />

"rogelios", teniendo que batirse en retirada.<br />

Llegamos al límite <strong>de</strong> los pinos cuando ya la noche se echaba encima. El Pater se <strong>de</strong>tuvo y maduró <strong>un</strong> plan<br />

<strong>de</strong> operaciones. Quería que cada <strong>un</strong>o fuese por su lado y que, caso <strong>de</strong> fracasar en nuestro empeño (llegó a<br />

creer que aquello era <strong>un</strong>a operación), nos re<strong>un</strong>iésemos en aquel sitio para tomar ulteriores acuerdos. Le<br />

hicimos ver que la separación era peligrosa, e imposible la re<strong>un</strong>ión, <strong>de</strong> noche y en lugar <strong>de</strong>sconocido, y,<br />

a<strong>un</strong>que a regañadientes, consistió en que fuésemos todos j<strong>un</strong>tos.<br />

Así lo hicimos y entramos en el pueblo, en actitud muy parecida a la <strong>de</strong> <strong>un</strong>os bandidos <strong>de</strong> opereta.<br />

Quiso la suerte que no hubiera nadie; sólo <strong>un</strong>a gallina <strong>de</strong>n<strong>un</strong>ció su existencia en impru<strong>de</strong>nte canto. Cuenca<br />

y "Regalitos" <strong>de</strong>saparecieron por <strong>un</strong> portal, se alborotó el pueblo ante la protesta <strong>de</strong> las aves y <strong>un</strong> minuto<br />

<strong>de</strong>spués teníamos en nuestro po<strong>de</strong>r tres gallináceas. Les retorcí el pescuezo concienzudamente y me puse<br />

a vigilar, mientras mis compañeros buscaban nueva presa; pero hube <strong>de</strong> abandonar la vigilancia porque las<br />

aves, por arte <strong>de</strong> magia, recobraron la vida y corrieron calle abajo. Las acorralé en <strong>un</strong>a esquina llena <strong>de</strong><br />

ortigas y, a costa <strong>de</strong> algún picor, me hice con ellas; esta vez no me contenté con retorcerles el pescuezo<br />

sino que les separé la cabeza <strong>de</strong>l tronco, o, como se llame el cuello <strong>de</strong> las gallinas.<br />

No pudimos dar con más caza; y como el tiempo pasaba y el comandante podía echarnos <strong>de</strong> menos,<br />

iniciamos la retirada, sin <strong>de</strong>jar siquiera <strong>un</strong> cartel o hito,<br />

que recordase a las generaciones veni<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> escuerenses nuestra hazaña.

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