Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional
Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional
Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
IV. "GUERRA CHIQUITA"<br />
Pasamos <strong>un</strong>os días en Zaragoza, llenando las calles <strong>de</strong> optimismo y orgullo. Luego salimos otra vez.<br />
Como siempre, vino Demetrio a avisarme cuando menos lo esperaba. Salimos <strong>de</strong> noche y sin saber adon<strong>de</strong><br />
íbamos; <strong>un</strong>os por ignorancia, y alg<strong>un</strong>os porque los vapores <strong>de</strong>l alcohol, que habían ingerido en sus ratos <strong>de</strong><br />
ocio, embotaban ligeramente sus inteligencias.<br />
La Seg<strong>un</strong>da Ban<strong>de</strong>ra es así. Al aviso <strong>de</strong> que sale la Ban<strong>de</strong>ra, a<strong>un</strong>que no haya nadie en el cuartel, acu<strong>de</strong>n<br />
todos. No sé como, pero acu<strong>de</strong>n.<br />
Y entonces, da la casualidad <strong>de</strong> que muchas tabernas quedan sin clientela. La calle <strong>de</strong> la Verónica era <strong>de</strong><br />
las que más sufrían en su censo habitual, al salir <strong>de</strong> operaciones la Ban<strong>de</strong>ra,<br />
Recuerdo cómo, aquella noche, el "Tigre" —dieciséis años <strong>de</strong> legionario, sin <strong>un</strong>a herida ni <strong>un</strong> galón—<br />
abrazaba tiernamente a <strong>un</strong>os infantes que me juró ser hijos suyos; cosa que no creí mucho. Mejor dicho;<br />
sin dudar que los tenga, creo honradamente que no eran aquellos, porque fueron reclamados por <strong>un</strong>a mujer<br />
que<br />
no tenía nada que ver con el "Tigre".<br />
Y cómo el pobre sargento Esteban (yo le di los galones interinos en Gea) me juraba por sus muertos, entre<br />
enormes aspavientos, que en aquella operación que comenzaba pondría a mis pies —¡ni que yo fuese <strong>un</strong><br />
rey!— los galones <strong>de</strong> sargento efectivo o perecería en la <strong>de</strong>manda: luego se durmió prof<strong>un</strong>damente.<br />
Entre cánticos, que alegraban la noche primaveral, ya alegre <strong>de</strong> por sí, y con nutrido acompañamiento <strong>de</strong><br />
botas <strong>de</strong> vino, llegamos a la media noche a Almudévar. Allí supe que esta vez no se trataba <strong>de</strong> operación<br />
ning<strong>un</strong>a.<br />
Podíamos cantar aquello <strong>de</strong><br />
"Mañana, no hay pari<strong>de</strong>ra<br />
a<strong>un</strong>que io man<strong>de</strong> Galera".<br />
Que tenía su explicación. Galera, joven teniente coronel, inteligente y agradable, era el jefe <strong>de</strong> la “Columna<br />
Móvil”. Y, según contaban "los antiguos", cuando la Ban<strong>de</strong>ra llegó al frente <strong>de</strong> Aragón, la explicación <strong>de</strong><br />
futuras operaciones era siempre;<br />
—"Se trata <strong>de</strong> tomar <strong>un</strong>a pari<strong>de</strong>ra sin importancia".<br />
Y, por eso, "pari<strong>de</strong>ra" era el nombre antonomásico que se daba a todas las operaciones.<br />
Aquella vez "no había pari<strong>de</strong>ra". Se trataba <strong>de</strong> <strong>un</strong> vulgar relevo, para permitir <strong>un</strong> acoplamiento <strong>de</strong> fuerzas.<br />
Estaríamos allí <strong>un</strong>os días haciendo vida <strong>de</strong> trinchera.<br />
A la catorce Compañía le correspondió el sector <strong>de</strong> la casilla. La mandaba García Mayoral, incorporado por<br />
alta, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su herida <strong>de</strong> Huesca; también era nuevo Manolo Losada, a quien envidiaba su gorro con<br />
dorados, y que <strong>de</strong>cía haber venido al Tercio para engordar. Y se arreaba cada latigazo <strong>de</strong> insulina que<br />
hacía temblar.<br />
El capitán Mayoral estableció su puesto <strong>de</strong> mando en la casilla <strong>de</strong> camineros. En <strong>un</strong>a habitación la cama<br />
<strong>de</strong>l capitán y el teléfono; en otra cuatro cajones y <strong>un</strong>a<br />
Mesa. En <strong>un</strong>a tercera, sobre puñados <strong>de</strong> paja, dormía Palmeiro. Losada, Martínez <strong>de</strong> Arija y yo nos fuimos<br />
al parapeto.<br />
Un parapeto larguísimo y regularmente acondicionado. Cuando se hizo el relevo comparamos nuestras<br />
fuerzas con las <strong>de</strong> la compañía <strong>de</strong> Infantería que relevábamos; ellos eran doscientos y nosotros ciento diez.<br />
A nosotros nos daba igual, y ellos lo encontraban natural.