Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional
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¡Cómo roncan esos hombres<br />
que viven para la guerra!,<br />
mientras en su subconsciente<br />
todos <strong>de</strong> seguro suenan.<br />
La mujer, la novia, el padre,<br />
la y<strong>un</strong>ta, la pari<strong>de</strong>ra,<br />
el taller, con sus mil ruidos...<br />
Serían las tres <strong>de</strong> la madrugada cuando me <strong>de</strong>sperté sobresaltado. Una <strong>de</strong>tonación horrorosa me había<br />
sacudido <strong>de</strong> arriba abajo.<br />
¿Sus ruidos? ¡Sí! ¡Zapateta!<br />
¡iPOM" ¿Qué es esto?; ¿dón<strong>de</strong> vamos?;<br />
este vagón cabecea.<br />
¡So!, ¡so!, ¡so!, ¡so! ¡Que me caigo!<br />
¡Agárrate adon<strong>de</strong> puedas!<br />
Al pobre Orrios le costó la vida el ir <strong>de</strong>spierto. Al primer ruido, sin pensarlo, se tiró por la ventanilla <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>recha. Y el vagón, ya fuera <strong>de</strong> carriles, lo aplastó contra las ruedas <strong>de</strong> la locomotora, que había quedado<br />
volcada en el talud, A los otros tres, el cabeceo horroroso nos dio tiempo <strong>de</strong> pensar. Y <strong>de</strong> gritar ¡sooo...! con<br />
todas nuestras fuerzas; luego nos dimos cuenta.<br />
Sensación <strong>de</strong> medio lado,<br />
golpetazos en las puertas,<br />
emociones que se compran<br />
en artefactos <strong>de</strong> feria.<br />
Río fuera <strong>de</strong> su madre,<br />
catarata <strong>de</strong>scompuesta<br />
<strong>de</strong> astillas, fuego, carbón,<br />
cristales y bayonetas.<br />
Luego <strong>un</strong> golpe, llamaradas,<br />
asfixia, fuego, <strong>de</strong>mencia.<br />
¿Dón<strong>de</strong> está la ventanilla?<br />
¡Por aquí! ¡Bendita sea! .<br />
Yo preg<strong>un</strong>té dón<strong>de</strong> estaba la ventanilla; el fuego y el vapor escapado <strong>de</strong> la cal<strong>de</strong>ra (que quedaba pegada a<br />
nuestro coche por su <strong>de</strong>recha) hacían la atmósfera irrespirable. ¿Sería aquello el infierno?<br />
Los tres (Paños, Allanegui y yo) nos tiramos a la ventanilla <strong>de</strong> la izquierda. Me avergüenza, pero es preciso<br />
que os confiese que a fuerza <strong>de</strong> puños fui el primero en saltar.<br />
Me tiento todos los huesos;<br />
poco a poco, se serena<br />
mi mente y mi corazón.<br />
¡A<strong>un</strong> estoy <strong>de</strong> pie en la tierra!<br />
El que no estaba <strong>de</strong> pie era Paños. Salió por la ventanilla como <strong>un</strong> bulto arrojado <strong>de</strong>l furgón; y cayó <strong>de</strong><br />
cabeza. Mayoral, que salía por la ventanilla inmediata, le increpó, interesándose por su subordinado:<br />
—"¡Bárbaro! ¿Por qué se tira usted así?"<br />
Y Paños, a cuatro pies en el balasto removido, le contestaba, rascándose los arañazos:<br />
—"Porque me empujan, mi capitán".<br />
Era Juanito Allanegui que tenía prisa; y salió también. Al resplandor <strong>de</strong> la cal<strong>de</strong>ra abierta miramos.<br />
Aquí <strong>un</strong> muerto, allí <strong>un</strong>os gritos,<br />
acá <strong>un</strong> vagón <strong>de</strong> primera,<br />
colgado sobre el talud,