Memorias de un Alférez Provisional - Zona Nacional
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Así lo hicimos, quedando allí solamente los muertos, que estaban prensados por astillas y hierros retorcidos.<br />
Los <strong>de</strong>más nos fuimos, cantando como siempre.<br />
Ya está <strong>de</strong>sp<strong>un</strong>tando el día,<br />
la madrugada alborea.<br />
Sigamos nuestro camino;<br />
la Ban<strong>de</strong>ra marcha, y quedan.<br />
cual testigos silenciosos<br />
<strong>de</strong> aquella noche l<strong>un</strong>era,<br />
<strong>un</strong> vagón que se hizo astillas,<br />
la panza <strong>de</strong> la cal<strong>de</strong>ra<br />
y <strong>un</strong>os muertos que pasaron<br />
<strong>de</strong> ser actores <strong>de</strong> guerra,<br />
a ser polvo <strong>de</strong> la Historia<br />
y jirones <strong>de</strong> Ban<strong>de</strong>ra...<br />
Comimos todos en Santa Eulalia y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> saludar al general Ponte (que vino en persona a interesarse<br />
por la Ban<strong>de</strong>ra), seguimos para Bazas, adon<strong>de</strong> llegamos al anochecer, atravesando los montes Universales,<br />
tan misteriosos <strong>un</strong>os meses atrás.<br />
* * *<br />
Bezas es <strong>un</strong> pueblecillo pobre y tristón, como todos los <strong>de</strong> aquella serranía. Pero mi instalación en él fue<br />
mucho más confortable, pues al fin y al cabo yo era (siquiera interinamente) el "capitán <strong>de</strong> ametralladoras";<br />
y me instalé en <strong>un</strong> cuarto bajo <strong>de</strong> la Comandancia, compartiendo <strong>un</strong> colchón, lujo innegable, con el maestro<br />
armero, que me había cogido <strong>un</strong> cariño entrañable y seguía mis pasos siempre.<br />
Mi primer cuidado fue tranquilizar a mi ramilla, porque suponía que no faltaría quien les llevase la noticia <strong>de</strong><br />
nuestro acci<strong>de</strong>nte. Por eso escribí a mi mujer y a mi madre; pero como el parte oficial no había dicho nada y<br />
temía a la censura, ]as cartas parecían sendas tomaduras <strong>de</strong> pelo.<br />
—"Estoy muy satisfecho —<strong>de</strong>cían— haciendo <strong>de</strong> capitán <strong>de</strong> mi Compañía, pues Montojo y Villa se han<br />
cortado <strong>un</strong> poco con <strong>un</strong>os cristales, y el pobre Demetrio también tropezó y se ha roto <strong>un</strong>a pierna..."<br />
Pero en seguida me olvidé <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scarrilamiento, satisfecho <strong>de</strong> ser "capitán". A<strong>de</strong>más que el comandante<br />
Frutos me nombró nada más que “Gobernador militar<br />
<strong>de</strong> Bezas”; y con eso y el romance que compuse, y que tuvo <strong>un</strong> éxito entre mis compañeros llegué a<br />
merecer el mote <strong>de</strong> "Alferecísimo".<br />
Dada mi calidad, viví en el pueblo aquellos días; y ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> mis enlaces y <strong>de</strong> mi nuevo asistente (Manuel<br />
Franco, <strong>de</strong> Torres <strong>de</strong> Berrellén, ex asistente <strong>de</strong> Montojo, que "heredé" a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la Compañía, y <strong>un</strong><br />
capote), me paseaba en visita <strong>de</strong> inspección por todas las posiciones, don<strong>de</strong> tenía repartidas las doce<br />
ametralladoras (nos habían dado cuatro más), levantando murmullos <strong>de</strong> admiración (o a mí me lo parecía)<br />
entre la "Alferecía".<br />
Tres días más tar<strong>de</strong> hicimos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestras posiciones <strong>un</strong>a <strong>de</strong>mostración para distraer al enemigo,<br />
mientras otras fuerzas atacaban "El Pelao"; posición <strong>de</strong> gran importancia estratégica, que era el único<br />
obstáculo para establecer la com<strong>un</strong>icación directa con Teruel por aquella parte.<br />
Toda la mañana estuvimos gastando m<strong>un</strong>ición en tonto, porque no se distrajeron los “rogelios”. Y claro, la<br />
seg<strong>un</strong>da Ban<strong>de</strong>ra fue la encargada <strong>de</strong> tomar "El Pelao".<br />
Por la noche me llamó el comandante; allá, en la posada <strong>de</strong>l pueblo, estaba el propio Frutos, con Coloma,<br />
Mayoral, Rivera, Losada y yo. Tuve voz y voto en aquella re<strong>un</strong>ión <strong>de</strong> "capitanes" y quedamos <strong>de</strong> acuerdo<br />
sobre la operación <strong>de</strong>l día siguiente.<br />
Organicé mi parte bastante bien, a<strong>un</strong>que me esté mal el <strong>de</strong>cirlo. Al amanecer ya tenía establecidas las diez<br />
máquinas que tenía en servicio ese día, en la posición <strong>de</strong> partida.