Cartas a un Maltratador - Familia e Igualdad - Ayuntamiento de ...

FORJANDO MÁSCARAS
“Quisiera taparme con una máscara. No sólo para que nadie pudiera ver
mis ojos enrojecidos por mi llanto o las cicatrices de mi cara, sino para tapar las llagas
de mi alma. Un disfraz que coarte mis sentidos, -con el que ni él ni nadie pueda
hacerme daño.
Tapar mis manos que ya no son dignas de acariciar; mis labios que no son
dignos de besar. Como él dice, mis palabras no tienen derecho a ser pronunciadas.
Quisiera esconder mi miedo, mi pánico al oír sus pasos y al sentir el silencio.
Llevar a cabo un conato de fuga de esta prisión que es mi vida, de estos barrotes que
son sus miradas, sus contestaciones. Que mi caparazón destruya la fortaleza de sus
golpes” -me repetía yo misma una y otra vez aquella oscura noche temblando de
espanto-.
Se hacía tarde, él volvería de un momento a otro. Normalmente, solía
hacerme la dormida a su llegada; le daba igual. Entraba dando voces en nuestra
habitación arremetiendo con todo lo que encontraba a su paso. Cada día era la
misma historia: me preguntaba dónde había estado durante el día, si había salido de
casa... Yo siempre respondía la verdad, no me creía, era demasiado celoso.
De repente, oí el chirriar de la puerta y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Sus pasos se acercaban a la vez que aumentaba mi horror. No quería que me
golpeara otra vez, no podía acostumbrarme a esa vida. Suena cruel que la única persona
que tenía en la vida, fuera la que me la había destruido.
Pocos segundos después, lo tenía frente a mí. Noté algo raro en su mirada,
un brillo especial que me aterrorizaba. Como un demonio enfurecido, se lanzó
hacia mí y me empezó a golpear. Mi piel gritaba pidiendo ayuda mientras mis manos
caían desplomadas encima de la cama sin poder hacer nada. No se trataba de
luchar contra él; se trataba de una lucha entre mi dolor y mi conciencia que reprendían
mi acción de callarme y seguir soportando una pesadilla tras otra.
Cartas a un Maltratador 19