Cartas a un Maltratador - Familia e Igualdad - Ayuntamiento de ...

Llevo días pensando en hacer esto: si sí, si no, si te lo merecías, si debía
hacerlo... tantas preguntas y sólo yo para responderlas. Al final como ves me he decidido
a escribir estas líneas. ¿Qué pierdo?, nadie más lo sabrá, solos tú y yo en esta conversación.
Hace tres años que no hablamos, tampoco tú te has preocupado por hacerlo,
tampoco tú te has interesado por mí. Tus últimas palabras, no las recuerdo, solo
lloraba, lloraba y lloraba desconsoladamente; supongo que intentarías disculparte,
darme alguna explicación, alguna excusa pero ya no las quería. Recuerdo perfectamente
la hora, las siete menos cuarto de la tarde. Recuerdo que llevaba toda la tarde
lloviendo, desde la ventana de mi habitación yo veía caer las gotas, veía correr a la
gente bajo los soportales para no mojarse... en definitiva intentaba distraerme. Mamá
y tú comenzasteis la discusión un rato antes, últimamente discutíais muy a menudo,
poco a poco vuestro tono subió hasta que de repente oí un fuerte golpe, entonces todo
quedó en silencio. Pensé que algo se había caído, algo grande debía de ser me dije.
Sin embargo, me equivoqué, al llegar al salón mamá estaba tendida en el suelo, no
se movía, aunque tampoco se veía sangre por ninguna parte. ¿Y tú?, tú simplemente
mirabas a mamá. A partir de ahí todo sucedió muy rápido, yo sólo lloraba, como
lloro desde aquel momento todas las noches, llegó la policía, te pusieron las esposas
(¡Qué ironía! "Esposas" con lo que tú acababas de hacer con la tuya) sin que tú
pusieras resistencia alguna y desapareciste. Poco después la ambulancia... algún
vecino llamó, supongo. Esa noche dormí en un centro de acogida, hablé con un psicólogo,
un señor muy amable que intentaba consolarme, pero yo no tenía consuelo.
Todos allí me decían que saldría pronto, que mi mamá se recuperaría, y así pasaron
los meses, mamá no mejoraba, seguía en coma. Sólo pude verla un par de veces, la
escribía cada día y me prometían leerle todas mis cartas aunque no lo creo. De ti sólo
supe que te condenaron, que estabas en la cárcel, me lo comentaban siempre con cautela
para no herirme. Los meses se convirtieron en años, hasta hace dos semanas,
el director del centro se acercó y me abrazó, yo lo entendí todo, no necesitaba más
explicación: mamá ya no estaba conmigo. Al entierro me acompañaron Pedro,
Sergio, Álvaro, Marta... mis amigos, como mis hermanos, mi única familia ahora.
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