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San Antonio de Padua» de Mateo Alemán - Centro Virtual Cervantes

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EL SAN ANTONIO DE PADUA DE MATEO ALEMÁN 23<br />

Dejemos suspensa la respuesta <strong>de</strong> momento, con el fin <strong>de</strong> pon<strong>de</strong>rar que éstos serán<br />

algunos <strong>de</strong> los «documentos espirituales» mentados por Juan López <strong>de</strong>l Valle en su<br />

«Elogio». Muy acertado éste, por otra parte, pues así escenificados ciertos pasos <strong>de</strong>l<br />

Nuevo y Antiguo Testamento con prosa gustosa y animada, por leves alusiones<br />

concretas al vivir cotidiano <strong>de</strong> los pastores castellanos frente a sus rebaños, no cabe<br />

duda <strong>de</strong> que lograrían instruir con más fortuna tan austera materia como la <strong>de</strong> la<br />

Justificación <strong>de</strong>l cristiano. Si va a <strong>de</strong>cir verdad, la vena estilística <strong>de</strong>l Guzmán <strong>de</strong><br />

Alfarache no anda muy soterrada, ni cuanto se ha apuntado hasta ahora distante, al fin<br />

y al cabo, <strong>de</strong> la enseñanza inherente al portento narrado. Su creador no podía<br />

satisfacerse, en efecto, manteniéndose en la sola esfera espiritual, meramente abstracta.<br />

Cimiento <strong>de</strong> su pensamiento en el <strong>San</strong> <strong>Antonio</strong> <strong>de</strong> Padua, entrañablemente sellado con<br />

la ética, dicha enseñanza, para que resultara la más fructífera posible tenía que<br />

concretarse internándose en la esfera <strong>de</strong> lo social. Tornábase imprescindible y<br />

apropiado acudir entonces a unos «discursos especulativos» <strong>de</strong> índole satírica que<br />

diesen la clave <strong>de</strong> la actitud errónea y rebel<strong>de</strong>, no ya <strong>de</strong>l pecador, sino <strong>de</strong>l ciudadano<br />

metido en prácticas sociales execrables.<br />

Bien es verdad que el capítulo viene encabezado por una especie <strong>de</strong> sentencia que le<br />

confiere su lógica coherencia, con la afirmación <strong>de</strong> una pauta espiritual por la cual<br />

<strong>de</strong>biera regirse in<strong>de</strong>fectiblemente la conducta <strong>de</strong> dicho ciudadano: «[tomar] a Dios por<br />

fin» cuando se empren<strong>de</strong> una cosa; sólo así «serían los medios fáciles y los para<strong>de</strong>ros<br />

venturosos, obrándose todo bien» (S. A., II, 28, f. 216 v.). Buen para<strong>de</strong>ro se le <strong>de</strong>paró a<br />

nuestra <strong>de</strong>vota «dueña», quien se apresuró en pos <strong>de</strong>l predicador impelida sólo por «el<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>rle bien oír para po<strong>de</strong>rle bien imitar» (ibid., f. 221 r.). Pero no así se<br />

gobernaban los ciudadanos o vasallos <strong>de</strong>l Rey Pru<strong>de</strong>nte en la sociedad don<strong>de</strong> vivían y<br />

actuaban. Aunque dotados <strong>de</strong> entendimiento («farol que puso Dios en el alma, <strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> recibe luz clara la ignorancia, con que conozca y siga la ciencia», S. A., III, 10,<br />

f. 352 v.), como viven «tan olvidados <strong>de</strong> Él y tan sin Él», se resuelven en todos sus actos<br />

(por ser <strong>de</strong>masiado confiados <strong>de</strong> sí mismos) «con sólo [su] parecer [...], guiándolo por<br />

los caxcados y rotos arcaduces <strong>de</strong> [su] miserable y flaco juicio» (ibid., II, 28, f. 216 v.).<br />

Bien significativo <strong>de</strong> la visión alemaniana <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong> sus coetáneos es que dicho<br />

modo <strong>de</strong> comportamiento venga simbolizado en el <strong>San</strong> <strong>Antonio</strong> <strong>de</strong> Padua por la fábula<br />

pagana <strong>de</strong>l mito <strong>de</strong> Sísifo:<br />

Y cuando nos parece que habernos ya llegado a lo alto <strong>de</strong> la cuesta, en el puerto <strong>de</strong> la sierra,<br />

nos hallamos al pie <strong>de</strong>lla, comenzando a subirla <strong>de</strong> nuevo, sin cesar ni acertar, como el que<br />

cuenta la Fábula. (S. A., II, 28, f. 216 v.)<br />

¿Quién no recordará al respecto las reflexiones <strong>de</strong> Guzmán ya adulto, casi en trance<br />

<strong>de</strong> graduarse <strong>de</strong> bachiller en teología, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> seis años largos pasados cursando<br />

artes, metafísica y teología en las aulas <strong>de</strong> la insigne universidad <strong>de</strong> Alcalá <strong>de</strong> Henares?<br />

No ha sido mala cuenta la que di <strong>de</strong> tantos estudios, <strong>de</strong> tantas letras, <strong>de</strong> verme ya en términos<br />

<strong>de</strong> or<strong>de</strong>narme y graduarme, para po<strong>de</strong>r otro día catedrar, por lo menos, porque pudiera,<br />

según la opinión que tuve. Y ya en la cumbre <strong>de</strong> mis trabajos, cuando había <strong>de</strong> recebir el<br />

premio <strong>de</strong>scansando <strong>de</strong>llos, volví <strong>de</strong> nuevo como Sísifo a subir la piedra. Consi<strong>de</strong>ro agora lo<br />

que muchas veces entonces hice. ¡Cómo sabe Dios trocar los disinios <strong>de</strong> los hombres! ¡Cómo

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