San Antonio de Padua» de Mateo Alemán - Centro Virtual Cervantes
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EL SAN ANTONIO DE PADUA DE MATEO ALEMÁN 33<br />
Los que se hallaron presentes, here<strong>de</strong>ros, parientes y amigos <strong>de</strong>l muerto, cuando volvieron a<br />
casa y abrieron los cofres o escritorios para inventoriar los bienes, abriendo un talegón <strong>de</strong><br />
dineros hallaron <strong>de</strong>ntro el corazón <strong>de</strong> este <strong>de</strong>sdichado avariento [...], <strong>de</strong> lo cual quedaron<br />
admirados. (Ibid., II, 5, f. 134 r.)<br />
Quedan así confirmados en el <strong>de</strong>senlace tanto el infeliz para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l finado, implícito<br />
ya en el exordio <strong>de</strong>l caso narrado y la glosa que al versículo <strong>de</strong> san <strong>Mateo</strong> le añadió<br />
<strong>Mateo</strong> <strong>Alemán</strong>, como el irrevocable e infernal <strong>de</strong>stino que a cuantos «avarientos» le<br />
imitaren les predijera ya en la conclusión a su digresión moral:<br />
¡Oh avarientos, aconteceráos lo que aJ carnero en el rastro, que uno lleva el asadura, otro el<br />
pellejo y otro la canal. Así seréis repartidos el día postrero, pues los here<strong>de</strong>ros llevarán la<br />
hacienda, los clérigos el cuerpo y los <strong>de</strong>monios el alma! 61<br />
De esa comparación concreta, arraigada en la vida cotidiana <strong>de</strong> los españoles <strong>de</strong>l<br />
Quinientos, y <strong>de</strong> los signos materiales que <strong>de</strong>latan el excesivo enriquecimiento <strong>de</strong>l<br />
«arrrendador» se infiere la solidaridad textual <strong>de</strong> ambas citas así como, sobre todo,<br />
cuánto <strong>de</strong>sbordan su materia y estilo a los <strong>de</strong> las fuentes utilizadas. Bien es verdad que<br />
el escritor hispalense, siempre intelectualmente honrado ante ellas, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> reconocer<br />
que el mutismo <strong>de</strong> éstas no permite calificar moralmente la vida profesional <strong>de</strong>l difunto:<br />
Considérese aquí que no se trata en este milagro <strong>de</strong> si este arrendador era robador, como<br />
dicen que lo son otros, ni si usaba mal o bien su oficio, sino <strong>de</strong> sola su avaricia. 62<br />
Hecha esta salvedad, prosigue no obstante comentando sus fuentes hasta <strong>de</strong>sentrañar<br />
(más allá <strong>de</strong> su inocua concisión) aquel recto y hondo alcance que, en su opinión,<br />
<strong>Antonio</strong> <strong>de</strong> Bullones le confiriera a su sermón allá por los años <strong>de</strong> 1227-1230 en tanto<br />
que Ministro provincial <strong>de</strong> Romana 63 :<br />
Empero, para <strong>de</strong>cir verdad, todo lo <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> tener, pues tocó en avaricia, y como <strong>de</strong> pecado<br />
principal y cabeza <strong>de</strong> todos los otros trata el santo aquí <strong>de</strong>l solamente. (Ibid., II, 5, f. 133 v.)<br />
Respaldado en esa convicción interpretativa, <strong>Alemán</strong> ya podía <strong>de</strong>jar que su pluma<br />
expusiera prolijamente cuanto a él le pareciera correspon<strong>de</strong>r, a principios <strong>de</strong>l siglo xvn,<br />
a su visión crítica <strong>de</strong> ese «pecado principal»: la avaricia. De ahí la larga y lógica<br />
digresión que encabeza la narración <strong>de</strong>l «milagro». Conexo a ella merece aún breve<br />
comentario algún que otro pormenor por la significativa impronta alemaniana que <strong>de</strong> él<br />
61 Ibid., II, 5, f. 132 v. Cabe notar, al paso, que <strong>Alemán</strong> aprovecha la ocasión para reafirmar su postura<br />
en cuanto a la salvación <strong>de</strong>l hombre en relación con su función terrestre y categoría social: «En todos oficios,<br />
en todos estados pue<strong>de</strong>n salvarse y con<strong>de</strong>narse; cada uno mire cómo trata» (ibid., f. 133 v.). Cf. también: «La<br />
con<strong>de</strong>nación y salvación está en las palmas <strong>de</strong> nuestras manos, libre albedrío tenemos...» (ibid., II, 31, f. 252<br />
v.). El espíritu <strong>de</strong> dichas sentencias ya se documentaba en la Primera parte <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> Guzmán <strong>de</strong><br />
Alfarache..., éd. cit., 1. II, cap. 3, pp. 267-268.<br />
62 S. A., II, 5, f. 133 v.<br />
63 <strong>Antonio</strong> <strong>de</strong> Bullones ejerció ese cargo <strong>de</strong> administrador <strong>de</strong> los Minoritas entre el Capítulo general <strong>de</strong><br />
Asís (30 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1227) y el siguiente <strong>de</strong>l 25 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1230 que le relevó <strong>de</strong> él. (Véase F. F. Lopes, op.<br />
cit., cap. 17, pp. 201-203, n. 80.)