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San Antonio de Padua» de Mateo Alemán - Centro Virtual Cervantes

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EL SAN ANTONIO DE PADUA DE MATEO ALEMÁN 47<br />

algunas, que muy brevemente reseñamos. Viene sugerido que la actuación <strong>de</strong> los peces,<br />

su conducta y los lugares escogidos por ellos, todo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> provi<strong>de</strong>ncialmente <strong>de</strong> Dios<br />

(«como insinados por Déos»; «por Déos or<strong>de</strong>nado»). Por fin, es ese sentimiento <strong>de</strong> paz,<br />

<strong>de</strong> quietud, <strong>de</strong> armonía que embarga todo el ambiente, y un auditorio dispuesto en las<br />

aguas en consonancia con su especie y tamaño, lo que más ha <strong>de</strong> llamarnos la atención.<br />

A todas luces, esa <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong> la Chrónica lusitana dio mucho que<br />

reflexionar a <strong>Mateo</strong> <strong>Alemán</strong>, quien, si no se <strong>de</strong>sentendió por completo <strong>de</strong>l aspecto<br />

estético 100 <strong>de</strong> la escena, prefirió contemplarla ante todo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un enfoque alegórico.<br />

Influenciado sin duda por Marcos <strong>de</strong> Lisboa, quien puntualizara que los peces<br />

pequeños se colocaron «mais perto do seto padre como a seu <strong>de</strong>fensor muy seguro»,<br />

<strong>Alemán</strong>, no bien iniciada su narración, la interrumpe para comentar este mismo dato:<br />

que «los más pequeñuelos [estén] más a la orilla»:<br />

¡Oh generosísimo Señor!, que aun aquí fue tu voluntad manifestarnos tu gran<strong>de</strong>za y lo que<br />

valen contigo los humil<strong>de</strong>s, los pobrecitos, los miserables y bajos: menos mar les basta, con<br />

poco se contentan, más llegados están a Ti, más <strong>de</strong> cerca oyen tu palabra que los gran<strong>de</strong>s. Los<br />

peces pequeñuelos, los nonadas, el <strong>de</strong>secho <strong>de</strong> las aguas, tenían mejor asiento en ellas para<br />

gozar <strong>de</strong> la dotrina tan celestial. ¡Aun aquí, Señor, te señalaste! (S. A., II, 20, f. 186 v.)<br />

Mediante esta conexión íntima entre un lenguaje concreto y otro simbólico, la<br />

enseñanza espiritual <strong>de</strong> estas líneas es fácilmente reconocible. Volvemos a topar con<br />

esos pobrecitos, con esos miserables y bajos, siempre <strong>de</strong>spreciados, postergados y<br />

tropellados como vimos a lo largo <strong>de</strong> nuestro estudio. Pero aquí van emparejados con<br />

los «humil<strong>de</strong>s», con los «pequeñuelos» (terminología evangélica inconfundible):<br />

aquéllos <strong>de</strong> quienes Cristo <strong>de</strong>claró a sus discípulos que les confería puesto precelente en<br />

el reino <strong>de</strong> los cielos (<strong>Mateo</strong> XVIII, 1-6); y por cuya humildad en la tierra —aña<strong>de</strong><br />

<strong>Alemán</strong>— están más cerca <strong>de</strong> Él («a la orilla»), propensos a oír mejor su doctrina y con<br />

mayor provecho. Al contrario <strong>de</strong> cómo proce<strong>de</strong>n «las ballenas, los tiburonazos, los<br />

po<strong>de</strong>rosos, los gran<strong>de</strong>s y potentados <strong>de</strong>l siglo, [porque a éstos] no los <strong>de</strong>ja la mar <strong>de</strong>l<br />

Mundo llegar tan cerca: oyen la palabra <strong>de</strong> Dios Nuestro Señor en el golfo <strong>de</strong> sus<br />

vanida<strong>de</strong>s, lejos <strong>de</strong> la voz» (ibid., í. 186 v.). El progresivo <strong>de</strong>slizamiento semántico <strong>de</strong><br />

unos vocablos marítimos asociados a otros <strong>de</strong> etimología social entreteje sin el menor<br />

rasgón el hilo alegórico <strong>de</strong>l relato. Por eso <strong>de</strong> lo que pudo verse antaño en el «brazo <strong>de</strong><br />

mar» <strong>de</strong> Rimini (según la tradición) y realmente observar el autor <strong>de</strong>l <strong>San</strong> <strong>Antonio</strong> <strong>de</strong><br />

Padua en el «mar <strong>de</strong>l Mundo» hispánico, se colige nueva lección espiritual. Para salvar<br />

la distancia que, <strong>de</strong> cierto modo, por razones sociales aleja <strong>de</strong> Cristo a todos los<br />

proceres, <strong>de</strong>ben o <strong>de</strong>berían éstos «[volverse] como los pececitos pequeñuelos» o «como<br />

Padua. Para más <strong>de</strong>talles, véase Charles <strong>de</strong> Mandach, Saint Antoine <strong>de</strong> Padoue et l'art italien. Préface<br />

d'Eugène Muntz, Paris, Renouard, 1899, pp. 182-185; 280-283.<br />

100 «Aquí estaban estos peces en concierto, pacíficos y quietos, aunque muy apretados, por ser el número<br />

tanto <strong>de</strong> los que se habían juntado que nunca los ojos <strong>de</strong> los hombres vieron cosa semejante, que aun a ¡a<br />

imaginación forman extrema belleza, consi<strong>de</strong>rándolos las cabezas levantadas encima <strong>de</strong> las aguas, y<br />

comenzando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las orillitas <strong>de</strong>l mar, don<strong>de</strong> salía la gusarapilla y pequeñuelos pececitos, irse poco a poco<br />

levantando más mientras más a<strong>de</strong>ntro, hasta llegar a las <strong>de</strong> aquellos pescadazos gran<strong>de</strong>s» (S. A., II, 20, f. 188<br />

r.). Esta «belleza» procura <strong>Alemán</strong> expresarla en esta larga frase <strong>de</strong> ritmo amplio, estructurada en dos partes,<br />

don<strong>de</strong> la predilección por los pequeños peces sobresale en la misma acumulación <strong>de</strong> los diminutivos.

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