Globalización y sociedad - Universidad Iberoamericana
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GLOBALIZACIÓN Y SOCIEDAD/examen<br />
›Notas sobre el comienzo<br />
o apuntes desde el final:<br />
Cultura nacional y globalización<br />
UN CONTENEDOR QUEBRADO<br />
La forma global que ha venido tomando el mundo en las últimas<br />
décadas se enfrenta, a través de un abismo tan real como imaginario<br />
cuya extensión y profundidad son crecientes, con aquella<br />
que ha conservado la psique local en sus pertenencias específicas<br />
al territorio y a la narrativa particulares, a la historia propia y a la<br />
memoria generalizada. La hiperesfera conectada a la manera de<br />
una red, ese nuevo espacio-tiempo mundial sincrónico, resulta<br />
equidistante de las topologías conocidas hasta ahora por el pensamiento<br />
habitual, cuyo vocabulario guía, un desprendimiento<br />
que va desde las <strong>sociedad</strong>es agrarias hasta llegar a la mutación<br />
tajante de las épocas industriales, semeja hoy un recipiente hecho<br />
pedazos.<br />
Peter Sloterdijk escribe que en dicho cambio trascendente “la<br />
palabra patria forma parte de una reserva de signos cuya época<br />
de validez principal ha terminado”. Si los pueblos sedentarios<br />
privilegiaron tres términos cardinales: tierra, pueblo, madre patria,<br />
y con ellos dieron respuesta al destino del sujeto, mismo que<br />
sufriría una metamorfosis relativa ante la revolución antiagraria<br />
del mundo moderno, los estados nacionales otorgaron un sentido<br />
de pertenencia e identidad a sus habitantes —“una suerte de<br />
calor de hogar”, le llama Sloterdijk—, gracias a la densa trama de<br />
contenidos simbólicos, costumbres compartidas y mediaciones<br />
sociales que integran una cultura singular.<br />
Hoy, sin embargo, como señala Roger Bartra, “la identidad<br />
es un inquietante campo minado, en el doble sentido de ser<br />
un lugar atravesado por galerías subterráneas o sembrado de<br />
artefactos explosivos”.<br />
EL NOMBRE DE LO QUE ES SISTÉMICO<br />
Tal calor de hogar, una arraigada percepción colectiva, significó<br />
aquello que fue definido como una construcción inmunológica<br />
de la identidad político-étnica en los grandes formatos mo-<br />
16 IBERO<br />
Fernando Solana Olivares<br />
Escritor y periodista. Fue director del Museo de Arte<br />
Contemporáneo de Oaxaca y subdirector del Museo de Arte<br />
Moderno de la ciudad de México. Colaborador habitual de<br />
medios impresos y electrónicos. Ha publicado, entre otros libros,<br />
Oaxaca, crónicas sonámbulas, La rueca y el paraíso, El peso<br />
de la esperanza, Parisgótica y Los libros, las palabras, las<br />
transfiguraciones<br />
dernos de los estados nacionales, identidad que Sloterdijk no<br />
vacila en definir como “cuasirreligiosa”, pues aglutinó grandes<br />
y masivas <strong>sociedad</strong>es que se definieron así a partir de una continuidad<br />
en el tiempo y en el espacio. Dicha continuidad va<br />
evaporándose con velocidad creciente en la globalización, la cual<br />
tiende a uniformar los usos y los hábitos planetarios mediante<br />
un mecanismo de hegemonía radicado, sobre todo, en los medios<br />
masivos de comunicación, en la <strong>sociedad</strong> del espectáculo<br />
que éstos han construido urbi et orbi, en la democratización del<br />
deseo propia de la <strong>sociedad</strong> de consumo —otro nombre para lo<br />
mismo—, en el culto ideológico al egoísmo y en la sustitución<br />
del ciudadano por el consumidor, reemplazo que en términos<br />
de Giovanni Sartori supone la sustitución del homo sapiens por<br />
el homo videns. O dicho en tono cultural geopolítico: en la avasallante<br />
victoria de Hollywood y MTV ahí donde el Pentágono<br />
no pudo prosperar.<br />
ESA ELUSIVA IDENTIDAD<br />
La averiguación por hacer, entonces, sería sobre la naturaleza de<br />
lo que se pierde, sobre la composición de lo que se va: eso tan<br />
vagamente designado como “cultura nacional”. Lo mexicano,<br />
entendido como una caracterología de lo típico y una genética<br />
de lo simbólico, asociado desde luego al vocabulario guía ya<br />
mencionado, no tiene más de doscientos años de estarse construyendo<br />
entre nosotros, pero fue en el siglo XX donde se gestó la<br />
propuesta canónica de un conjunto nacional tan similar, por su<br />
condición intangible y anfibia, a aquel aserto sobre el significado<br />
del tiempo atribuido a san Agustín: cuando me preguntan qué es<br />
no lo sé, cuando no me lo preguntan sí lo sé.<br />
¿Qué es lo mexicano? Ni siquiera sus anatomistas más conspicuos<br />
han ido más allá de ciertas características autóctonas que<br />
también podrían encontrarse en otros pueblos, así los énfasis entre<br />
ellas deban diferenciarse: el mestizaje, el sentido de la muer-