12.05.2013 Views

Lo que vale un peine

Lo que vale un peine

Lo que vale un peine

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Di <strong>que</strong> sí, Pentecostés —terció el vecino del bigote—. Que entonces vivía Franco.<br />

—Mamá, yo quiero jugar al bingo.<br />

—Ni a<strong>un</strong><strong>que</strong> tenga yo turno de noche, hay aquí respeto —continuó Pentecostés—. Ustedes se<br />

acordáis de <strong>que</strong> con este hombre —dijo señalando <strong>un</strong> retrato de Francisco Franco aferrado a <strong>un</strong> gran<br />

pendón, bajo <strong>un</strong> cartel de las Plataformas de Ducha Obrera— había <strong>un</strong> respeto y <strong>un</strong>a autoridad y <strong>un</strong>a<br />

cosa. Había hasta más pescado, el marisco se reproducía más y mejor. <strong>Lo</strong>s marroquíes nos tenían<br />

más miedo, y los barcos iban más rápido.<br />

—Mamá, yo quiero la foto de Franco.<br />

—Qué casualidad —empezó a hablar Ambrosio Cebolla—, fíjate tú lo <strong>que</strong> son las cosas.<br />

Precisamente de marisco venía yo a hablarte...<br />

Del pasillo de la entrada, donde abría su corriente la puerta abierta de la calle, llegó <strong>un</strong> mozo<br />

alto y moreno, con la camisa abierta y <strong>un</strong>a medalla de San Clarenbaldo en el pecho. Era Geriberto,<br />

<strong>que</strong> escupió y dijo:<br />

¿no?<br />

—Aquí huele a muerto, qué peste.<br />

—Peor huele el pescado —dijo el Mayuyo.<br />

—Peor huele otra cosa <strong>que</strong> me callo.<br />

—Pues más <strong>vale</strong> <strong>que</strong> te la calles.<br />

—Oye, sepulturero —replicó Geriberto—, tú no habrás venido aquí a molestar a mi novia,<br />

—Hombre, Geriberto —se rió el Mayuyo—, no seas agonía. Entérate de las cosas, <strong>que</strong> más<br />

<strong>vale</strong> vomitar <strong>que</strong> tener mala digestión. Pero si esta mujer se la ha chupado hasta a mi hermano<br />

Siseb<strong>un</strong>do, con lo alfeñi<strong>que</strong> <strong>que</strong> es.<br />

—Ay, ay —gimió Auxiliadora; la muchacha miró al Mayuyo entornando y achicando los<br />

ojos, y le dijo:— Tú te vas a morir de <strong>un</strong>a enfermedad muy mala, muy mala.<br />

—¿Eso es verdad? —rugió Geriberto, agarrando a Siseb<strong>un</strong>do por <strong>un</strong> brazo— ¿A ti te la ha<br />

chupado mi novia? ¿Sí o no? ¡Venga, habla!<br />

—¿Yo? —murmuró Siseb<strong>un</strong>do, a quien se le enturbiaban los ojos del pánico— A mí dejarme<br />

en paz... yo no quiero saber nada, dejarme en paz...<br />

—Tú suelta a mi hermano, espulgaperros —gritó el Mayuyo.<br />

Detrás de ellos, Pentecostés enrojecía de furor.<br />

—¿Que yo te dé para tu mujer...? —preg<strong>un</strong>tó, incrédulo— Mira, tú... A ti te ha dado mucho<br />

el sol en la cabeza, Cebolla.<br />

—¿Tú quieres... —dijo don Ambrosio Cebolla, alzándose de nuevo los pantalones como<br />

Manolo Morán— tú quieres <strong>que</strong> yo hable aquí, delante de toda esta buena gente?<br />

39

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!