12.05.2013 Views

Lo que vale un peine

Lo que vale un peine

Lo que vale un peine

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Ismael, tu vecino de arriba.<br />

Su voz sonaba penosa y abatida.<br />

¿De dónde eres?<br />

Soy checa, contestó ella. Ésta es mi hija.<br />

Hubo <strong>un</strong>a pausa.<br />

Padre nos ha abandonado.<br />

A mí me ha abandonado mi novia, balbuceó Ismael.<br />

Oh, Dios mío... exclamó ella. <strong>Lo</strong> siento.<br />

Oh, Dios mío... exclamé yo, en voz baja y desde el tercero derecha. Yo sí <strong>que</strong> lo siento.<br />

¿Por qué la niña no tiene zapatos? preg<strong>un</strong>tó él.<br />

Yo... dudaba Lena. Soy traductora. Pero no tengo mucho trabajo. Sólo para pagar piso y<br />

poco más. Niña no tiene zapato... bueno, tiempo no es frío.<br />

Hubo otra pausa. Oí cómo Ismael se sonaba, por<strong>que</strong> había llorado.<br />

Oye, Lena, yo también soy traductor. Tengo muchos diccionarios, <strong>un</strong> día te los enseño,<br />

¿<strong>vale</strong>? Ahora mira esto. Me han pagado la traducción de <strong>un</strong> libro holandés sobre la eutanasia. A ti te<br />

hace más falta <strong>que</strong> a mí. Son cien mil pesetas. Toma.<br />

Pero... decía Lena, ahogando <strong>un</strong> grito. Tú eres loco...<br />

Y se marchó volando. Las lágrimas me desbordaron los ojos, y lloré de algo parecido a la<br />

felicidad. Fui tan feliz como si en realidad tuviera hijos. Ése es mi Ismael, murmuré con orgullo. Así<br />

<strong>que</strong> no os extrañará <strong>que</strong> a<strong>que</strong>lla noche, a eso de las tres, yo saltara de <strong>un</strong> brinco en la cama al oír de<br />

nuevo el estridente llanto de <strong>un</strong> niño pe<strong>que</strong>ño, y <strong>que</strong> ni pestañara cuando poco después mi casa<br />

vibró con los acordes de <strong>un</strong>a música atronadora. Piensa en mí, piensa en mí, cuando sufras, piensa<br />

en mí, y yo me calzaba las zapatillas, cuando quieras, cuando quieras quitarme la vida, me<br />

abrochaba la bata y ascendía jadeando (cada día me costaba más trabajito) las escaleras <strong>que</strong> me<br />

separaban de mi joven vecino.<br />

Ah... dijo Ismael aterrorizado, con sus ojos llenos de coñac, al abrirme la puerta.<br />

Hijo mío... musité, despacio, para nada, para nada, para nada, por<strong>que</strong> acababa de subir las<br />

escaleras y me faltaba, para nada me sirve sin ti, el resuello. Hijo mío, tenemos <strong>que</strong> hablar...<br />

Esta vez será diferente, Ismael, hijo mío, ya verás, esta vez no vamos a cometer los mismos<br />

errores, tu párvula boca, <strong>que</strong> siendo tan niña, me enseñó a pecar, piensa en mí, pero quita ya esa<br />

música, jolines, <strong>que</strong> entre los berridos del checo enano y tu Luz Casal me vais a volver loco. Usted<br />

perdone, Don Isaac, usted perdone. Ya me conozco yo tus vaivenes: muy manso en la tribulación y<br />

muy arrogante en el éxito. Pues has de ser exactamente al revés, hijo: humilde al vencer y altivo al<br />

perder. ¿<strong>Lo</strong> comprendes? Sí, Don Isaac, lo comprendo. Así me gusta. Y ahora la preg<strong>un</strong>ta clave:<br />

70

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!