12.05.2013 Views

Lo que vale un peine

Lo que vale un peine

Lo que vale un peine

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

sonora en el Cine Imperial. Qué triste es ser viejo, y ver cómo van muriendo tus antiguos amigos y<br />

camaradas, ver cómo van cayendo a tu alrededor igual <strong>que</strong> soldados en <strong>un</strong>a emboscada, ver cómo<br />

poco a poco va cercándote la muerte. Olvidé a mi joven vecino y me di en releer de nuevo la Biblia:<br />

“¿Por qué rebelarte contra el fallo del Altísimo? Qué más da, <strong>que</strong> vivas diez, cien o mil años; en el<br />

Hades no hay disputas sobre la duración de la vida” (Eclo, 41, 6-7). La viuda de Agapito se marchó<br />

a vivir con su nuera en Fuenlabrada y el mismo día del f<strong>un</strong>eral colgó <strong>un</strong> cartel de “Se vende/Se<br />

alquila” como antídoto de la nostalgia. Y al día siguiente del f<strong>un</strong>eral ya no vi el cartel sino a <strong>un</strong>a<br />

mujer joven, muy mona, rubia y bajita, metiendo en la casa enseres, cajas con libros y <strong>un</strong> sofá. La<br />

vida seguía. Así es Madrid. Así es el m<strong>un</strong>do. Ni siquiera te dan tiempo para llorar a tus muertos...<br />

A<strong>que</strong>lla noche no logré conciliar el sueño por dos razones. La primera por<strong>que</strong> el recuerdo de<br />

Agapito llevándome al Cine Imperial y la relectura de la Biblia me daban ganas de destruir mis<br />

alquimias y sentarme en el sillón de mi tristeza a esperar a <strong>que</strong> la muerte viniera a llevarme. La<br />

seg<strong>un</strong>da por<strong>que</strong> a las tres y pico <strong>un</strong> llanto agudo y estridente sobresaltó a todo el vecindario. Me<br />

asomé al patio interior. No había duda: era el llanto de <strong>un</strong>a criatura y provenía del primero derecha,<br />

donde acababa de mudarse a<strong>que</strong>lla joven. A la mañana siguiente no se hablaba de otra cosa: la chica<br />

del primero derecha era madre soltera. O separada, o yo qué sé; algo así. <strong>Lo</strong>s tiempos han cambiado<br />

tanto <strong>que</strong> ya no sabe <strong>un</strong>o cómo llamar a las cosas <strong>que</strong> antes eran tan claras, tan fijas. A mí, <strong>que</strong> me<br />

veía con <strong>un</strong> pie en la sepultura, ya me daba todo igual. Pero las vecinas mayores andaban<br />

soliviantadas. “¡Qué escándalo, qué vergüenza!” <strong>Lo</strong> cierto era <strong>que</strong> vivía sola y <strong>que</strong> el crío no tenía<br />

padre.<br />

Me acordé de mi progenitor, y a<strong>que</strong>l día, pensativo y triste, me entretuve en contemplar el<br />

patio de luces desde mi ventana. Mi padre... ¿no habría sido mejor para mí, no haber tenido padre?<br />

¿No habría sido mejor <strong>que</strong> no me hubiera iniciado por las sendas de la alquimia, de la soledad<br />

absoluta, del secreto y la ocultación? ¿No me habría puesto mi padre <strong>un</strong> peso excesivo sobre los<br />

hombros, apartándome de todo concurso humano, de toda vida social, sin mujer, sin hijos, apenas<br />

sin amigos, sin diversiones? Estaba enfrascado en estas cavilaciones tan amargas cuando de pronto<br />

la joven madre salió a tender ropa al patio. Con mucho cariño colocó al bebé sobre <strong>un</strong>a sillita en <strong>un</strong><br />

rincón, y mientras tendía le cantaba en voz baja para <strong>que</strong> no llorara. Mi niño es más bonito <strong>que</strong> los<br />

reales de a ocho, dulce como el caramelo y tierno como el bizcocho. A<strong>un</strong><strong>que</strong> quizá esas palabras me<br />

las imaginara yo y fueran las <strong>que</strong> solía decirme a mí mi propia madre. Sonriendo como <strong>un</strong> abuelo<br />

enternecido, se me saltaban las lágrimas. De pronto se abrió el portal y alguien entró al patio con<br />

violentas pisadas. Miré con atención pero, ay, ya mis cataratas no me permitían ver tan lejos, así <strong>que</strong><br />

agucé el oído.<br />

Hola, dijo la chica. Soy mujer nueva de primero derecha. Me llamo Lena. ¿Y tú?<br />

69

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!