La excelencia científica. Hombres y mujeres en las Reales Academias
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130<br />
1.<br />
El poder,<br />
el eje de la<br />
masculinidad<br />
Seguidam<strong>en</strong>te expondremos el modelo, sumaria y didácticam<strong>en</strong>te,<br />
a través de <strong>las</strong> m<strong>en</strong>cionadas diez claves interpretativas,<br />
<strong>las</strong> cuales tratarán de explicar los comportami<strong>en</strong>tos de<br />
hombres y <strong>mujeres</strong> <strong>en</strong> <strong>las</strong> <strong>Reales</strong> <strong>Academias</strong>, y el difícil acceso<br />
de estas últimas, como pone <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia su escasísima<br />
pres<strong>en</strong>cia. En síntesis, pasamos a pres<strong>en</strong>tar de una forma<br />
g<strong>en</strong>eral y abstracta (modélica o de modelo) todo lo que va a<br />
quedar <strong>en</strong>carnado con <strong>las</strong> experi<strong>en</strong>cias y testimonios de los<br />
académicos/as que sigue a este gran apartado, <strong>en</strong> la parte segunda<br />
(4.2).<br />
El sexismo es un es<strong>en</strong>cialismo, como el racismo, de etnia<br />
o de c<strong>las</strong>e. El sexismo imputa <strong>las</strong> difer<strong>en</strong>cias históricam<strong>en</strong>te<br />
instituidas a una naturaleza biológica<br />
que funciona como una es<strong>en</strong>cia de donde se deduc<strong>en</strong><br />
implacablem<strong>en</strong>te todos los actos de la exist<strong>en</strong>cia. Y<br />
<strong>en</strong>tre todas <strong>las</strong> formas del es<strong>en</strong>cialismo, el sexismo es<br />
sin duda la más difícil de desarraigar.<br />
Pierre Bourdieu (66)<br />
Escribimos que el poder es el eje de la masculinidad para expresar<br />
que no es algo adjetivo a ella, sino sustancial, una forma<br />
de ser y estar <strong>en</strong> el mundo hecha «natura» y ello más allá<br />
de toda condición social, étnica o religiosa (67).<br />
Etiquetamos la relación de exclusividad de los hombres con<br />
el poder como un gueto («el poder, un gueto masculino»),<br />
ahora bi<strong>en</strong>, al usar el término gueto (más allá de sus conocidas<br />
implicaciones históricas) solo se pret<strong>en</strong>de lograr el efecto<br />
de subrayar con un término fuerte la idea de <strong>en</strong>cerrami<strong>en</strong>to<br />
de la masculinidad <strong>en</strong> el poder, dicho de un modo m<strong>en</strong>os<br />
gastado que el término círculo. En efecto, cerrado, <strong>en</strong>golfado,<br />
el poder <strong>en</strong> la masculinidad, marginalizado <strong>en</strong> la masculinidad,<br />
<strong>en</strong> suma, ponemos <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia a nuestra realidad social<br />
que deja discurrir al poder por unos cauces poco igualitarios<br />
y democráticos (68). El hecho de producirse el<br />
f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o del poder bajo este monopolio de la masculinidad,<br />
es algo que choca frontalm<strong>en</strong>te con el diseño de sistema social<br />
que nuestras sociedades occid<strong>en</strong>tales se están dando a sí<br />
mismas <strong>en</strong> la actualidad, por el contrario, <strong>en</strong>tronca con otro<br />
modelo de sociedad, el sistema patriarcal, puesto <strong>en</strong> tela de