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La excelencia científica. Hombres y mujeres en las Reales Academias

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80<br />

Merodear sin <strong>en</strong>trar.<br />

(Comedia <strong>en</strong> tres actos)<br />

<strong>La</strong>s <strong>mujeres</strong> y <strong>las</strong> <strong>Academias</strong><br />

Oliva Blanco Corujo<br />

....................................<br />

Acto 1.º<br />

Esos espacios<br />

fronterizos:<br />

los salones.<br />

El auge del<br />

Preciosismo<br />

«Los progresos de la razón son l<strong>en</strong>tos,<br />

profundas <strong>las</strong> raíces de los prejuicios»<br />

Voltaire<br />

«Al final, siempre triunfa la verdad, pero<br />

por desgracia ahora estamos al principio»<br />

Zarko Petan<br />

Por lo que se refiere al tema que nos ocupa, <strong>las</strong> <strong>mujeres</strong> y <strong>las</strong><br />

academias, es necesario remontarnos al término «salón»<br />

para dilucidar la relación exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre ambos espacios, tomando<br />

como refer<strong>en</strong>te el modelo francés y estableci<strong>en</strong>do una<br />

comparación con la situación española que nos permita compr<strong>en</strong>der<br />

mejor la evolución de estas instituciones hasta el<br />

pres<strong>en</strong>te.<br />

Reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, Marc Fumaroli señalaba que el término «salón»<br />

ha perjudicado al f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o complejo que designa, ya<br />

que <strong>en</strong>globa todo aquello susceptible de ser detestado: un lugar<br />

de recepción semioficial, un grupo charlatán y pret<strong>en</strong>cioso,<br />

una pérdida de tiempo para el cuerpo y para el alma. Una<br />

mezcla mortífera de aburrimi<strong>en</strong>to y vanidad, a la que Proust<br />

asestó la estocada definitiva, pudi<strong>en</strong>do ser considerado un<br />

epígono de Molière y continuador directo de Chateaubriand,<br />

que <strong>en</strong> sus Memorias de Ultratumba afirmaba: «si supieran<br />

lo que yo sufro <strong>en</strong> un salón, <strong>las</strong> almas caritativas no me invitarían<br />

nunca a ellos».<br />

Según Fumaroli, la palabra salón no adquiere carta de naturaleza<br />

durante los siglos XVII y XVIII. Madame de <strong>La</strong>mbert, o<br />

Madame de Deffand no hubieran podido imaginar que se d<strong>en</strong>ominaba<br />

así la alquimia sutil <strong>en</strong> que el<strong>las</strong> eran maestras: de<br />

volver a un conjunto de individuos más alegre, más intelig<strong>en</strong>-

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