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Justicia, Justicia, - el caso saiegh

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doblé en muchas partes y lo corté luego en tantas que terminó resultando un<br />

manojo de pap<strong>el</strong> picado.<br />

No me quedaba otra posibilidad que tirarlo en <strong>el</strong> piso y, cuando lo estaba<br />

arrojando, veo que aparece una mano por abajo de la silla que agarró los<br />

pap<strong>el</strong>itos, y escucho:<br />

-Con que con esas andamos, así empezamos, vamos a ver qué<br />

rompías. ¡Pero lo hiciste picadillo! Vamos a ver qué dice <strong>el</strong> jefe de esto.<br />

Pero no fue una amenaza, ya que <strong>el</strong> Jefe cumplió…<br />

El comisario Ianib<strong>el</strong>li, jefe de la División Bancos de la Policía Federal -su<br />

forma de hablar ya me había comenzado a ser familiar por oírlo de lejos y como<br />

lo mencionaban- reapareció acompañado por alguien más, que sólo pude ver<br />

de soslayo.<br />

A es<strong>caso</strong>s metros de mí, y con la impunidad más absoluta, ambos<br />

decidieron mi destino:<br />

-¿Qué hacemos con éste? ¿Qué cargo le metemos? Algo hay que<br />

inventarle.<br />

-Póngale privación ilegítima de libertad. Con eso, unos días lo pueden<br />

tener adentro.<br />

Ya solo, Ianib<strong>el</strong>li se me acercó y, como si yo no hubiera escuchado<br />

nada, como si no hubiera estado allí, me informó que me iban a retener por<br />

“orden d<strong>el</strong> juez”, por “privación ilegítima de la libertad”.<br />

Esa era toda la acusación. Parecía un mal chiste. ¿La libertad de quién?<br />

¿A<strong>caso</strong> la mía? Tiempo después pude constatar que en algo, sí, Ianib<strong>el</strong>li no me<br />

había mentido: efectivamente, su interlocutor había sido <strong>el</strong> juez de instrucción<br />

Héctor García Méndez.<br />

No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que aparecieron detrás mío tres<br />

hombres que, tomándome de los brazos y levantándome en vilo entre dos -<strong>el</strong><br />

tercero me agarraba de atrás- me llevaron al baño d<strong>el</strong> pasillo principal.<br />

Allí, entre miradas amenazantes y la exigencia de bajarme los<br />

pantalones, sacarme <strong>el</strong> saco y la corbata, trataba de entender qué pasaba.<br />

Miraba dónde estaba, y a los pocos segundos me di cuenta de que era <strong>el</strong> baño,<br />

ya que atrás mío estaban los mingitorios y los inodoros.<br />

Me obligaron a sacarme la camisa hasta la cintura, ya que tenía las<br />

manos nuevamente esposadas, y sentí <strong>el</strong> primer impacto de violencia con <strong>el</strong><br />

que empecé a entender que si así empezaba la cosa…<br />

Había uno de esos piletones de cemento revestidos en azulejos,<br />

profundos. Dos de <strong>el</strong>los estaban llenos de agua y me iban empujando entre los<br />

-40-

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