Justicia, Justicia, - el caso saiegh

PRÓLOGO
UN NEGOCIADO MANCHADO DE SANGRE Y DOLOR
La Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas dio a conocer su
informe “Nunca Más” en 1984 expresando que “las violaciones de derechos
cometidas por los encargados de la represión no se agotan en los ataques a la
libertad e integridad física de las personas. Otros bienes jurídicos… se
vulneraron también, simultáneamente y casi como sistema, para facilitar el
traspaso de bienes”. Y aclaró que “innumerables ilícitos económicos que
involucran a los gobernantes de facto durante sus gestión” escapaban al objeto
de aquella investigación que le fuera encomendada.
Muchos de los excesos de la última dictadura tuvieron como objetivo la
apropiación de bienes y empresas. Para poder perpetrarse estuvieron
necesariamente acompañados por delitos de lesa humanidad que consistieron
en violaciones a la libertad, incluso “desapariciones”, torturas y hasta
asesinatos. Es así como subsisten aún investigaciones al respecto, dado que
esa clase de hechos ilícitos son imprescriptibles.
El caso del arquitecto Eduardo Ezra Saiegh y el Banco Latinoamericano
de Inversión es uno de ellos porque su secuestro, perpetrado el 31 de octubre
de 1980, su posterior privación ilegal de la libertad y torturas hicieron posible el
desapoderamiento y liquidación de dicha entidad financiera, que entonces
dirigía.
La connotación étnica y religiosa que Saiegh otorga a esos hechos
repudiables es también motivo de investigación e, indudablemente, está en
todo su derecho de denunciarla como ciudadano de una Nación que garantiza
constitucionalmente el libre ejercicio del culto y la igualdad ante la ley. Máxime
cuando el magistrado español Baltasar Garzón exhibió al “Caso Saiegh” como
una demostración de actuación violenta contra la comunidad judía de la
Argentina. Pero bueno es tener en cuenta que este tipo de delitos tuvo también
por víctimas a numerosos católicos y creyentes de otras religiones o miembros
de otras etnias.
En su narración el autor nos impone del trato tremendo y las torturas de
las que fue objeto durante siete días de detención ilegal. Ese relato constituye
un trago amargo también para el lector, que llegará a sentir en carne propia los
padecimientos sufridos. Y revela de manera secuencial diversos métodos de
tortura uno tras otro.
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