13.05.2013 Views

Justicia, Justicia, - el caso saiegh

Justicia, Justicia, - el caso saiegh

Justicia, Justicia, - el caso saiegh

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

¡Es increíble la capacidad de adaptación humana! Esa mínima c<strong>el</strong>da ya<br />

empezaba a ser mía. También me iba acostumbrando a la soledad, a los<br />

ruidos, a reconocer los horarios. Pero -de todas maneras- se me hacía muy<br />

difícil pensar, concentrarme un poco. Seguía mirando absorto cómo se iba<br />

desplazando la sombra de los barrotes y, cuando debía ser <strong>el</strong> mediodía,<br />

abrieron la puerta de la c<strong>el</strong>da y me pasaron un tenedor, un plato de lata con<br />

dos o tres cucharones de polenta recalentada y algunos pedazos de carne<br />

dura. No pude comer, sentí repulsión.<br />

Rato después recibí una sorpresa: era un paquete de alimentos que, me<br />

dijeron, me habían mandado, pero inmediatamente pensé que no era para mí.<br />

Eran unos sandwiches de miga, secos y viejos. En un primer momento pensé<br />

que se habían equivocado, que debía ser para otro preso, pero no tardé en<br />

darme cuenta que allí no había margen para <strong>el</strong> error. Ese mismo día me<br />

hicieron saber que abajo, en la Alcaldía, estaba detenido Guerrero. El ex<br />

empleado infi<strong>el</strong> que nos había estafado en <strong>el</strong> banco y a quien habían usado<br />

para armar la denuncia anónima, estaba en una “suite” con baño privado, como<br />

me dijeron <strong>el</strong>los. Deslumbrado por la posibilidad, mordí <strong>el</strong> anzu<strong>el</strong>o. Traté de<br />

sobornarlos con mil promesas para que me pasaran a ese lugar. La respuesta<br />

fue contundente: “No, boludo, esa es para los chorros en serio”.<br />

Entonces entendí que iban a usar todos los recursos posibles para<br />

quebrarme. No había improvisación en nada de lo que hacían o me<br />

decían. No tendrían demasiado claro por qué estaba allí, pero la<br />

metodología era una y se había puesto en marcha. Eran “profesionales”.<br />

¡Y vaya si conocían <strong>el</strong> oficio!<br />

Pasar la noche d<strong>el</strong> sábado en una c<strong>el</strong>da es una experiencia imborrable.<br />

Sobre todo para aqu<strong>el</strong>los que por entonces no teníamos idea de lo mucho que<br />

padecían otros miles y miles de argentinos por aqu<strong>el</strong>los días. Y también para<br />

los que hemos hecho d<strong>el</strong> sábado un ritual. Y ese sábado me pesó fuerte<br />

anímicamente con la certeza de la soledad y las ausencias: mi familia, mis<br />

hijos, mis amigos, la promesa distendida d<strong>el</strong> domingo.<br />

Acostumbrado al sauna y al r<strong>el</strong>ax a la tarde y a la cena con amigos y la<br />

familia por la noche, la situación y <strong>el</strong> momento que estaba viviendo tenía<br />

ribetes dantescos, dramáticos, ya que a pesar de ir teniendo claro que me<br />

habían metido en una trampa, no podía dejar de desechar la idea de que podía<br />

haber una equivocación, o a<strong>caso</strong> era una forma de darme una esperanza, una<br />

chance. Pero eso era una ingenuidad o un engaño a mí mismo, ya que no<br />

podía haber error en tamaña brutalidad. Estaba todo orquestado con<br />

premeditación y alevosía.<br />

Lo que querían era quebrarme moralmente, y empecé a entender que mi<br />

desafío, precisamente, era evitar que lo lograran. Para poder amortiguar y<br />

entender lo que estaba viviendo tenía que encontrar las claves que me<br />

orientaran.<br />

Si lograba atar esos cabos iba a saber por qué estaba ahí, y eso me iba<br />

a dar fuerzas, a partir d<strong>el</strong> entendimiento, para aguantar. Sin duda, fue una<br />

-46-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!