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Arqueología y Evangelio, por J. G. Echegaray.PDF - El Mundo Bíblico

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1. Viajar en los tiempos de Jesús 105<br />

una víbora, de cuyas consecuencias se salvó milagrosamente<br />

(Hch 27-28). De otros viajes anteriores, él mismo es quien nos<br />

da una visión rápida y espeluznante: «Tres veces he naufragado:<br />

he pasado un día y una noche a la deriva en el mar. Los<br />

viajes han sido incontables; con peligros al cruzar los ríos, peligros<br />

provenientes de salteadores, de mis propios compatriotas,<br />

de paganos; peligros en la ciudad, en despoblado, en el<br />

mar; peligros <strong>por</strong> parte de falsos hermanos. Trabajo y fatiga, a<br />

menudo noches sin dormir, hambre y sed, muchos días sin comer,<br />

frío y desnudez» (2 Cor 11, 25-27).<br />

Los desplazamientos dentro de Palestina, <strong>por</strong> ser un país<br />

pequeño, no eran tan largos y revestían menores peligros. Aun<br />

así, un simple viaje desde Galilea a Jerusalén suponía varias<br />

jornadas de camino, y el viajero no estaba libre de las amena-<br />

I zas de los bandoleros. Palestina ha sido, desde siempre, una<br />

tierra donde abundaban los salteadores de caminos, hasta que<br />

en nuestro siglo las autoridades del Mandato Británico acabaron<br />

definitivamente con ellos. Su existencia en la época de Jesús<br />

está confirmada <strong>por</strong> el propio evangelio, que en la parábola<br />

del Buen Samaritano habla de los bandidos, los cuales despojaron<br />

y dejaron malherido a un viajero en el camino de Jerusalén<br />

a Jericó, que atraviesa el desierto de Judá (Le 10, 30).<br />

La forma de viajar <strong>por</strong> tierra en el mundo romano y, <strong>por</strong><br />

tanto, también en Palestina, era ir en carro, a caballo, en litera<br />

o andando; la más corriente, esta última. <strong>El</strong> carro de caballos o<br />

muías parece que era más usado para el trans<strong>por</strong>te de mercancías<br />

que para el de pasajeros. Existen muchas figuraciones de<br />

carros, y entre ellas sobresale <strong>por</strong> su cuidadosa y detallada ejey<br />

cución la de la pátera de Otañes (Castro Urdíales, Cantabria),<br />

en donde se representa el trans<strong>por</strong>te al <strong>por</strong> mayor de agua mineral,<br />

procedente de la fuente Umeritana, en un carro de cuatro<br />

ruedas, tirado <strong>por</strong> dos muías. Este mismo tipo de carro lo<br />

vemos representado en el relieve de Congres (Francia). Además<br />

de las famosas bigas y cuadrigas (dos y cuatro caballos),<br />

que eran más bien carros de combate o de competición y, <strong>por</strong><br />

tanto, no aptos para el viajero normal, existían también carros<br />

de viaje de dos ruedas (cisium) y de cuatro (reda), este último<br />

al estilo de las diligencias, tal y como se ve representado en un<br />

conocido relieve galo-romano. Pero había que contar con el<br />

inconveniente de la calidad de los caminos que, siendo malos,<br />

hacían que las carrozas resultaran peligrosas y a veces impracticables<br />

y, estando los caminos empedrados al estilo romano<br />

con grandes losas, producían en los carros un traqueteo muy<br />

incómodo para el viajero. De la época de Jesús en Palestina<br />

tenemos un testimonio en los Hechos de los apóstoles, que se<br />

refiere al ministro de la reina de Etiopía, que muy pocos años<br />

después de Cristo había ido a Jerusalén con motivo de las fies-

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