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Arqueología y Evangelio, por J. G. Echegaray.PDF - El Mundo Bíblico

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76 Bajo las tropas de ocupación<br />

de los cuales no estaba autorizado a pasar. Así, <strong>por</strong> ejemp<br />

discute entre los especialistas actualmente si el sanedrín pee<br />

o no aplicar bajo ciertas condiciones la pena de muerte, terru<br />

del que hablaremos en el capítulo correspondiente de esta obra<br />

(13). Lo que sí es cierto es que contaba con una guardia propia,<br />

la del templo, distinta de las tropas romanas de ocupación,<br />

algo así como nuestros agentes de seguridad privada o nuestros<br />

guardas jurados. Estos incluso practicaban detenciones<br />

cuando el acusado tenía que comparecer ante el sanedrín, <strong>por</strong><br />

tratarse de asuntos que incumbían a su competencia (Jn 7, 32 y<br />

45-46; 18, 3; Hch 4, 1-3; 5, 17-27).<br />

Antes de finalizar este ya largo capítulo, debemos preguntarnos<br />

hasta qué punto el pueblo, la opinión pública, tomaba<br />

una postura decididamente adversa a las autoridades romanas<br />

y a sus tropas de ocupación. Es evidente que un pueblo sometido<br />

detesta a sus dominadores y prefiere la libertad. No hay<br />

duda de que esto sucedía también con los judíos palestinenses<br />

en la época de Jesús. Pero el problema es otro. La pregunta<br />

que aquí nos hacemos es acerca del grado de conciencia del<br />

pueblo en torno a la necesidad de organizarse y provocar un<br />

levantamiento para expulsar a los romanos del país. Nos interesa<br />

saber si existía una organización «terrorista» que provocara<br />

escándalos en la calle, incluso muertes, y así se preparara<br />

para la lucha; si se divulgaban consignas políticas que trataran<br />

de manejar a la opinión pública con vistas a la futura liberación,<br />

etc. Todas estas cosas ciertamente existieron en un momento<br />

inmediatamente anterior a la revuelta del 66, y había un<br />

partido político responsable, que era el de los zelotas, con sus<br />

distintas facciones como los sicarios, si es que éste no era un<br />

movimiento revolucionario independiente. Pero la pregunta<br />

concreta es si todo esto existía ya 30 años antes, es decir, en la<br />

época de Jesús. La cuestión es muy im<strong>por</strong>tante, <strong>por</strong>que existen<br />

autores, como <strong>por</strong> ejemplo S. Brandon, que opinan que Jesús<br />

era un revolucionario de carácter político, y que <strong>por</strong> eso fue<br />

ajusticiado <strong>por</strong> los romanos.<br />

M. Hengel, uno de los más destacados estudiosos de la<br />

cuestión, cree que los zelotas existían ya en la época de Jesús.<br />

Según este autor, fueron fundados <strong>por</strong> Judas el Galileo en el<br />

año 6 d. C, con motivo del famoso censo, y continuaron su<br />

existencia hasta provocar la guerra del 66 d. C. Contra esta<br />

opinión, compartida <strong>por</strong> otros historiadores modernos, se levanta<br />

la que reduce el fenómeno zelota a la segunda etapa de la<br />

provincia procuratoriana de Judea, es decir, desde el año 44 d.<br />

C. en adelante, negando que existiera este movimiento político<br />

en la época de Jesús. <strong>El</strong> autor que recientemente ha estudiado<br />

más a fondo esta cuestión, y se ha opuesto tajantemente a la<br />

teoría de Hengel, es H. Guevara, y sus argumentos son con-

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