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Arqueología y Evangelio, por J. G. Echegaray.PDF - El Mundo Bíblico

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arcos de alto bordo, llamados «naves de Tarsis» (1 Re 9, 26-<br />

28; 2 Cr 8, 17). También es probable que colaboraran con los<br />

fenicios en viajes comerciales <strong>por</strong> el Mediterráneo hasta la propia<br />

y verdadera Tarsis (1 Re 10, 22; 2 Cr 9, 21). Asimismo se<br />

habla de un intento de volver a reanudar el comercio marítimo<br />

<strong>por</strong> el Mar Rojo en los tiempos del rey Josafat (1 Re 22, 49-50;<br />

2 Cr 20, 35-37). Pero quizá la descripción literaria más completa<br />

sobre la vida marítima la hallamos en el libro de Jonás,<br />

cuando el profeta huye precisamente a Tarsis (en el Mediterráneo<br />

occidental, probablemente Andalucía) y se desencadena en<br />

el mar una impresionante tormenta que pone en peligro la nave<br />

(Jon 1, 3-16).<br />

En los tiempos de Jesús, una buena parte de la costa palestina<br />

no pertenecía a los Estados teóricamente judíos (tetrarquía<br />

de Antipas y provincia de Judea), sino a la Fenicia, que llegaba<br />

hasta más acá del monte-promontorio del Carmelo, incluyendo<br />

los puertos de Ptolemaida y Dora, y a la Filistea en el sur,<br />

que lo hacía hasta el puerto de Ascalón. Prácticamente sólo los<br />

de Jope y Cesárea se hallaban dentro del territorio de la provincia<br />

romana de Judea. En ellos, sin duda, existían pescadores<br />

y marineros que evidentemente podrían ser tanto judíos como<br />

paganos.<br />

La actividad marítima de los judíos de cara al Mediterráneo<br />

no era, pues, en esta época muy im<strong>por</strong>tante precisamente. Así,<br />

estando en buena medida de espaldas al mar occidental, su<br />

atención en este campo se centraba más en los lagos o mares<br />

interiores, ya que la salida al Indico a través del golfo de Aleaba<br />

no estaba entonces controlada <strong>por</strong> los Estados judíos.<br />

Los lagos son, como se sabe, el Mar Muerto y el de Genesaret,<br />

llamado también Mar de Tiberíades (Jn 6, 1; 21, 1) o Mar<br />

de Galilea (Mt 4, 18; 15, 29; Me 1, 16; 7, 31), los dos de considerable<br />

extensión, de donde les viene el nombre de «mares».<br />

<strong>El</strong> Mar Muerto, de agua salada, en el que hoy en día prácticamente<br />

no se navega, dadas sus adversas condiciones como la<br />

gran densidad de las aguas y la falta absoluta de pesca, debió<br />

ser más frecuentado <strong>por</strong> los navegantes en la antigüedad con<br />

fines comerciales, poniendo en comunicación unas riberas con<br />

otras. De hecho, en el mapa-mosaico de Mádaba de época bizantina<br />

aparece el Mar Muerto surcado <strong>por</strong> dos naves de carga-<br />

Por el contrario, el lago de Genesaret, de agua dulce, fue y<br />

es actualmente muy frecuentado <strong>por</strong> la navegación, y en sus<br />

riberas viven marineros y pescadores. Este fue el escenario de<br />

la actividad marítima de Jesús y sus discípulos.<br />

De los doce apóstoles, al menos la mitad, precisamente los<br />

más significativos, eran marineros. Pedro y su hermano An-

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