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Arqueología y Evangelio, por J. G. Echegaray.PDF - El Mundo Bíblico

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220 Proceso criminal y ejecución<br />

en una escuela musulmana llamada Mádrasa el-Malakiya, hacia<br />

el calvario. Otras tradiciones bizantinas más antiguas, pero ya<br />

sin vigencia, lo localizaban en el fondo del Tyropéon, en la<br />

iglesia de Santa Sofía, situada según algunos casi a la altura del<br />

Muro de las Lamentaciones (¿quizá en recuerdo de la sala del<br />

sanedrín?).<br />

Sin embargo, sólo los hallazgos arqueológicos, sobre todo<br />

en la década de 1930, a los que ya nos referimos en el capítulo<br />

5, provocaron una seria duda sobre el verdadero emplazamiento<br />

del pretorio. En efecto, en varios lugares de los alrededores<br />

de la Primera Estación del Viacrucis, y principalmente en el<br />

convento de las Damas de Sión, aparecieron im<strong>por</strong>tantes restos<br />

romanos, entre ellos un impresionante suelo de grandes losas,<br />

enormes cisternas y otros restos que permitieron «reconstruir»<br />

lo que debió ser la Torre Antonia. Resultaba de ello un<br />

edificio de grandes pro<strong>por</strong>ciones y, sin duda, no exento de las<br />

condiciones y lujo necesarias como para haber servido también<br />

de residencia ocasional al gobernador. Si a esto se unía el hallazgo<br />

del patio enlosado, que recordaba la cita del evangelista<br />

Juan de que el lugar donde estaba el tribunal se llamaba litostrotos<br />

= el enlosado (Jn 19, 3), parece que no había duda<br />

sobre su identificación como el pretorio, donde fue juzgado<br />

Jesús. Más aún, en el pavimento romano se veían trazas que<br />

indicaban que allí se habían realizado ciertos juegos. Eran grabados<br />

sobre las losas que servían de tableros, donde habrían<br />

«matado el tiempo» los soldados jugando a los dados y a otros<br />

juegos antiguos conocidos <strong>por</strong> distintas fuentes. Entre éstos<br />

había uno que se interpretaba como el «juego del rey», en el<br />

que, quien participaba, o acababa siendo rey si ganaba, o era<br />

ajusticiado si perdía, naturalmente siempre en forma lúdica.<br />

Allí, pues, hay grabada una corona y una espada para cada una<br />

de las posibles «salidas» del jugador. Algunos autores no se<br />

resistieron a la tentación de pensar que ese juego allí grabado<br />

sobre las losas del litóstrotos era el juego que en este caso en<br />

forma sarcásticamente real hicieron los soldados con Jesús, al<br />

que se refieren los evangelistas (Mt 27, 27-31; Me 15, 16-20; Jn<br />

19, 1-5) cuando hablan de la corona de espinas, el cetro de<br />

caña, el manto y las genuflexiones y saludos a Jesús, antes de<br />

llevarle al Gólgota para darle muerte.<br />

Entonces se buscaron también testimonios literarios que<br />

pudieran documentar la presencia del gobernador en la Torre<br />

Antonia, tratando de interpretar algunos de los pasajes de Josefo<br />

en este sentido, aunque, como todos reconocían, los más<br />

significativos aluden expresamente al Palacio de Herodes, y<br />

Filón dice sin rodeos que los gobernadores, cuando subían a<br />

Jerusalén, se quedaban en esta residencia.<br />

Entre los estudiosos del tema se produjo, a partir de enton-

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