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LA NOVIA MUERTA R. L. STINE

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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />

1<br />

La primera vez que vi a Jonathan Morgan, me aterroricé.<br />

Desde el momento en que le distinguí desde mi bicicleta, pese a los rayos de sol que me<br />

cegaban, hubiera debido darme cuenta de que era mejor mantenerme alejada de él. Me estaba<br />

acercando a algo peligroso y terrorífico.<br />

Creo que en ese mismo momento supe que Jonathan me metería en líos. Pero una<br />

persona no siempre hace caso de su intuición, no siempre se guía por el sentido común, o al<br />

menos yo no lo hice.<br />

Así que en un santiamén Jonathan me atrapó, me envolvió con su tristeza y me atrajo con<br />

su secreto: un enigma que se inició con un asesinato.<br />

Todo comenzó en un bonito y caluroso día de finales de abril. Tomé prestada la bicicleta<br />

de mi hermano Kenny y salí a dar un paseo. Quería explorar Shocklin Falls, nuestro nuevo<br />

hogar.<br />

La bicicleta de Kenny era un cacharro: una BMX pesada y lenta, con el asiento<br />

demasiado alto para mí. (¿Os podéis creer que soy más baja que mi hermano pequeño? ¡Qué<br />

rabia!) Me robaron la bicicleta de veintiuna marchas justo antes de mudarnos, así que no me<br />

quedaba otra elección.<br />

Tengo dieciséis años y carné de conducir. Pero en coche no se puede explorar. Me chifla<br />

montar en bicicleta. Me encanta sentir el viento en la cara y los pedales bajo las zapatillas<br />

deportivas, esa sensación de control, el modo en que las piernas se me cansan y me late el<br />

corazón: me encanta la sensación de absoluta libertad. En un coche es imposible experimentar<br />

todo eso. Papá prometió que me compraría una bicicleta nueva en cuanto la compañía de<br />

seguros pagara por la que me robaron. Aunque yo no quería esperar tanto tiempo, mi padre no<br />

estaba de humor para discusiones.<br />

Papá y mamá todavía estaban abriendo cajas. A ese paso no acabarían hasta las próximas<br />

Navidades. Parece mentira todo lo que una familia como la nuestra puede llegar a almacenar.<br />

Uno sólo cae en la cuenta cuando ha de mudarse a otro pueblo.<br />

Bueno, el caso es que saqué la bici de Kenny y me fui a dar una vuelta. Soy una enana,<br />

tendría que haber bajado el sillín, pero me moría de impaciencia por salir y explorar Shocklin<br />

Falls.<br />

Me había puesto unos pantalones cortos de color verde y una camiseta sin mangas azul<br />

eléctrico. Era el primer día realmente caluroso de la primavera y los rayos del sol de la tarde<br />

pegaban con fuerza. Tenía la espalda achicharrada. Me acababa de lavar el pelo; lo tengo<br />

rubio, largo y liso, y lo llevaba recogido con una cinta azul. Ya se secaría con el sol.<br />

Se percibía un leve perfume en el aire. Al final de mi calle habían florecido los altos<br />

arbustos de cornejo. Era una sensación fascinante e irreal, como pasear bajo majestuosos<br />

arcos blancos. Más hermoso que la vida misma, pensé. Cuando voy en bicicleta me vienen a<br />

la cabeza ideas como ésta.<br />

No tardé mucho en explorar Shocklin Falls. Es muy pequeño. La escuela universitaria<br />

donde papá y mamá empezarán a dar clases el próximo semestre está en un extremo del<br />

pueblo. Más allá hay unas calles tranquilas y sombreadas por hileras de árboles vetustos,<br />

alineados frente a unas pequeñas y hermosas viviendas.<br />

Las casas grandes y lujosas están en las afueras, en la otra parte del pueblo, cerca de las<br />

cascadas. En el centro hay un pequeño barrio de tiendas, donde casi todos los edificios son de<br />

dos pisos. También hay un cine con dos salas, un banco, una oficina de correos y poca cosa<br />

más. El centro comercial más cercano está en Cedar, pasados dos pueblos.<br />

Pedaleé despacio por delante de los establecimientos. Para ser un sábado por la tarde, no<br />

había mucha gente en las calles. Supuse que casi todos estarían en casa, aprovechando el<br />

tiempo primaveral para arreglar sus jardines y patios.<br />

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