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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
-Estás contenta, ¿verdad? -dijo mi madre sonriendo-. De todos modos te ayudaré a<br />
limpiar para que no tengas que pasarte aquí toda la noche.<br />
Se dirigió hacia la puerta pero de pronto se detuvo.<br />
-Oye, ¿te dejaste encendido el fuego de la cocina cuando hiciste la pasta? -me preguntó.<br />
-No -respondí-. Me acuerdo que lo apagué.<br />
-Bueno, pues el agua de la olla está hirviendo -dijo mi madre enfadada.<br />
Echamos a correr hacia el fogón y lo apagamos. La tapa vibraba y salía espuma del<br />
líquido hirviendo que se desbordaba de la olla.<br />
Levanté la tapa.<br />
-¡Qué asco! ¿Qué es esta cosa blanca? -pregunté.<br />
En la superficie del agua había una pelota grande como de algodón, que no dejaba de dar<br />
vueltas.<br />
-¿Cómo ha llegado esto aquí? -pregunté extrañada-. ¿Qué diablos es esto?<br />
Lo empujé con una larga cuchara de madera, y al darle la vuelta vi dos ojos azul pálido.<br />
Cuando me di cuenta de lo que era pegué un chillido.<br />
No era un trozo de algodón lo que hervía dentro del cazo. Era Goggles.<br />
20<br />
Al día siguiente por la tarde, Jonathan vino a verme a casa. Entró por la puerta de la<br />
cocina vestido con una camiseta sin mangas, negra y amarilla, y un pantalón negro de ciclista.<br />
Me sorprendió verle entrar.<br />
-Ya te dije por teléfono que no me apetecía ir en bici -le dije de mal humor.<br />
-Ya lo sé -me contestó-. No iba a venir, pero luego pensé que te podría ir bien salir de<br />
casa, pasear un poco al sol. Para desconectar un poco de... lo que ha pasado.<br />
Me puso la mano en el hombro y a través de la camisa sentí el calor de su mano.<br />
Cuando me llamó a las diez de la mañana para preguntarme a qué hora quería ir a pasear<br />
en bici, le expliqué lo de Goggles.<br />
-¿Quién puede haber hecho una cosa así? -le pregunté, todavía demasiado aturdida como<br />
para poder pensar en aquello con claridad-. ¿Quién puede haber sido tan cruel?<br />
-Tiene que haber sido alguien que estuvo en la fiesta -respondió Jonathan pensativo.<br />
-Hoy no puedo ir a pasear en bici -le dije con voz temblorosa.<br />
Cada vez que cerraba los ojos recordaba la imagen de Goggles hecho un ovillo de pelo,<br />
hirviendo en aquella enorme olla.<br />
-Bueno, te comprendo -había dicho Jonathan con voz tranquila-. Cuídate, ¿de acuerdo?<br />
Tres horas más tarde allí estaba Jonathan conmigo en la cocina. Me di la vuelta y miré<br />
sus impresionantes ojos verdes. Tenía una expresión ceñuda y ausente en el rostro. Me<br />
pregunté en qué estaría pensando.<br />
-Hoy hace un día estupendo, casi parece que estemos en verano. Venga, vamos a dar una<br />
vuelta en bici. Te sentirás mejor, de verdad.<br />
Me fijé en los dorados rayos de luz que entraban por la ventana de la cocina.<br />
-Dejarás de pensar en Goggles durante un rato -insistió Jonathan-. Vamos, no te puedes<br />
pasar todo el día aquí en la cocina con esa cara. Es demasiado deprimente.<br />
-Bueno -le dije sin demasiada convicción.<br />
Le comenté a mi madre que iba a salir y me fui con Jonathan.<br />
Hacía un día precioso. Todo relucía con la luz del sol. La hierba y los árboles tenían el<br />
intenso color verde que sólo se ve en la primavera.<br />
Dos petirrojos se peleaban por un gusano junto al garaje. Nuestros vecinos cortaban<br />
ruidosamente el césped de sus jardines.<br />
Librodot<br />
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