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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
-¡Basta, basta! -grité con voz estridente y desesperada.<br />
Jonathan agarró a Ruby por la cabeza y se la aplastó contra el suelo. Vi las manos de<br />
Ruby se agitaban desesperadamente en el aire mientras intentaba liberarse de Jonathan. Sólo<br />
estaban a unos centímetros del precipicio.<br />
-¡Basta ya, por favor! ¡Cuidado!<br />
Habían perdido el control y no me oían. En esos momentos daban rienda suelta a la<br />
rabia, la culpabilidad y las sospechas mutuas contenidas durante varios meses.<br />
Jonathan y Ruby se odiaban a causa del secreto que compartían, y ese odio estaba a<br />
punto de acabar con ambos.<br />
-¡No! -grité cuando Ruby consiguió desasirse de Jonathan y, en cuclillas, le empujó con<br />
las dos manos hacia la cascada.<br />
Me lancé hacia ellos e intenté agarrar el brazo de Jonathan, pero en ese momento él se<br />
giró bruscamente y sujetó a Ruby por las rodillas. Ella gritó y consiguió zafarse. Entonces<br />
Ruby, gruñendo de rabia, se abalanzó sobre Jonathan pero él fue más rápido y se volvió al<br />
suelo, rodando por debajo de ella.<br />
Ruby cayó al vacío.<br />
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Ruby lanzó un chillido desgarrador mientras caía. No oí ningún impacto contra el agua<br />
ni contra las rocas del fondo. El ruido del agua lo ensordecía todo.<br />
El agua continuaba brillando y fluyendo, como si no se hubiera cobrado una nueva<br />
víctima.<br />
Jonathan se puso de rodillas, jadeando como un animal herido. La sangre le caía por la<br />
mejilla y tenía una mirada desorbitada y confusa. Sin acabar de ponerse en pie, miraba la<br />
cascada, incrédulo.<br />
Ruby estaba muerta.<br />
Se me inundaron los ojos de lágrimas y sentí la necesidad de correr hacia el precipicio<br />
para mirar abajo. Quería ver lo que le había pasado a la pobre Ruby, pero estaba paralizada y<br />
me costaba respirar. Tuve el repentino y loco pensamiento de que si miraba al borde del<br />
barranco y me concentraba, Ruby volvería a aparecer.<br />
Cerré los ojos para detener el río de lágrimas que inundaba mis ojos. Cuando los abrí de<br />
nuevo, Ruby no había vuelto.<br />
Allí sólo estaba Jonathan, respirando con dificultad, con la camiseta totalmente rota y<br />
sucia.<br />
Lloraba sin poderme contener y me temblaba todo el cuerpo.<br />
Jonathan se incorporó dificultosamente mientras yo estaba de rodillas, arropándome con<br />
los brazos. Me miró fijamente, con una mirada extraña y crispada, como si me odiara a mí<br />
también. Avanzó hacia mí con firmeza, con una expresión enloquecida y salvaje en el rostro y<br />
las mandíbulas apretadas. La sangre seguía deslizándose por su mejilla.<br />
Me di cuenta de que era un asesino. «Ahora estoy sola, sola con un psicópata -pensé-.<br />
Mató a Louisa, acaba de matar a Ruby, y ahora vendrá por mí. ¡Levántate, Annie! -me dije<br />
presa del pánico-. ¡Levántate, por favor! ¡Vamos, levántate!»<br />
Jonathan avanzó lentamente hacia mí, pero yo no podía moverme.<br />
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