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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
Reduje la velocidad hasta detenerme. El camino se acababa de repente al pie de unas<br />
altas rocas de granito gris.<br />
Me protegí los ojos de la luz del sol, y entonces lo vi. Era un chico. Llevaba unos tejanos<br />
y una camiseta amarilla, y estaba justo al borde de la cascada.<br />
Se me cortó la respiración y agarré el manillar con fuerza. No esperaba que hubiera<br />
alguien allí.<br />
Él no se había percatado de mi presencia. Estaba mirando hacia abajo, a las abruptas<br />
rocas negras al pie de la cascada. «Se parece a Luke Perry», pensé.<br />
Tenía el pelo al estilo James Dean, pero yo no disponía de mucho tiempo para pensar en<br />
su aspecto. Mientras el chico seguía mirando hacia abajo, avanzó un paso. El corazón me dio<br />
un vuelco. Entonces me di cuenta de lo que pretendía hacer.<br />
-¡No lo hagas! -grité para que me oyera entre el rugido de las cataratas-. ¡No saltes! ¡No<br />
saltes, por favor!<br />
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El chico soltó un grito y dio un paso atrás, asustado por mis chillidos. Salté al suelo y<br />
corrí hacia él, mientras la bici golpeaba ruidosamente las rocas, a mis espaldas.<br />
-¡Eh! -me llamó. La expresión de su rostro pasó de la sorpresa a la confusión. Hundió las<br />
manos en los bolsillos de los tejanos, se apartó del borde del barranco y se dirigió hacia mí.<br />
Era alto y muy atractivo, incluso tenía patillas; de verdad que se parecía a Luke Perry.<br />
Estaba muy bronceado por el sol y tenía un hoyuelo en el mentón.<br />
Fijó en mí sus increíbles ojos verdes. Me imagino que yo también debí de mirarle un<br />
buen rato, pues de otro modo no me explico cómo pude ver su cara con tanta claridad.<br />
-Te había confundido con otra persona -me dijo gritando para que pudiera oírle con el<br />
estruendo que producían las cascadas. Sonrió. Una sonrisa torcida pero realmente bonita.<br />
Creo que en aquel mismo instante me enamoré de él. No lo sé..., no estoy segura..., es<br />
difícil de explicar. Me sentía avergonzada por haber gritado de aquel modo.<br />
-Pensaba que ibas a... -empecé a decir, pero no quise acabar la frase.<br />
Él seguía sonriendo, con las manos en los bolsillos y la camiseta amarilla agitada por el<br />
viento.<br />
-¿Qué dices?<br />
-Lo siento... Estabas, estabas al borde de las cataratas y creí que...<br />
Siempre que estoy muy nerviosa me pongo a tartamudear.<br />
Él empezó a reír. Tenía una risa preciosa. Inclinaba la cabeza un poco hacia atrás y<br />
entrecerraba sus maravillosos ojos verdes.<br />
-¿Te creías que iba a saltar? -preguntó, poniéndose serio. Sentía el ardor de sus ojos en<br />
los míos mientras me escudriñaba.<br />
Asentí y me puse roja. Me tiré de la coleta; todavía tenía el pelo húmedo.<br />
-Estaba esperando a alguien -dijo-. Pero parece que no va a venir.<br />
-Nu... nunca había venido aquí -tartamudeé, bajando los ojos. Me sentía incómoda allí<br />
arriba. Normalmente no me dan miedo las alturas, pero estábamos tan arriba... Además el<br />
precipicio era muy vertical y abrupto, y las rocas allá abajo se veían demasiado puntiagudas.<br />
-¿Vas al instituto de Shocklin? -me preguntó.<br />
-A partir del lunes. Acabamos de mudarnos aquí. Antes vivíamos en Ohio. Soy Annie<br />
Kiernan -respondí con poca naturalidad, ladeando la cabeza. Siempre me da mucha vergüenza<br />
este tipo de presentaciones, no sé por qué.<br />
-Yo soy Jonathan Morgan -dijo él. Sacó las manos de los bolsillos y me estrechó la mía.<br />
Todo fue muy formal. Hizo una mueca.<br />
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