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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
-¡No te vayas, Annie! -me gritó la señora Elwood.<br />
Ni siquiera fui consciente de que estaba corriendo hasta que llegué al pasillo.<br />
-¡Vuelve aquí! -gritaba la señora Elwood.<br />
Pero yo seguí corriendo, sin poder detenerme. No podía controlar la furia que se<br />
apoderaba de mí. Oía chasquidos por todas partes y me sentía cegada por aquella luz intensa y<br />
terrorífica que había visto cuando toqué el teclado.<br />
«Seguro que ha sido Ruby.»<br />
Su nombre se fue repitiendo machaconamente en mi cabeza hasta convertirse en una<br />
palabra odiosa.<br />
¿Adónde me dirigía? No tenía ni idea. La rabia me empujaba ciegamente hacia delante.<br />
Dejé atrás las hileras de taquillas y recorrí varios pasillos. Lo veía todo rojo.<br />
Cuando irrumpí en el abarrotado gimnasio, no estaba segura de dónde me encontraba.<br />
Todo el mundo sonreía. Había muchas animadoras con sus uniformes, y muchos chicos y<br />
chicas miraban las mesas donde se vendían pasteles y galletas. «Aquí estoy -me dije-. Mi<br />
rabia me ha traído hasta aquí, aunque no sé para qué.»<br />
Entonces vi a Dawn y Ruby apoyadas en la pared de baldosas, y a Jonathan junto a<br />
Ruby. Ella tenía una mano apoyada en su hombro y se estaban riendo.<br />
Sus risas, la mano de Ruby en el hombro de Jonathan, los pelirrojos cabellos<br />
desmelenados de Ruby... ¡Fue demasiado!<br />
Lancé un grito agudo, arremetí contra la gente, ignorando los gritos de asombro que se<br />
oían a mi alrededor, y me abalancé sobre Ruby.<br />
Los ojos estuvieron a punto de salírsele de las órbitas cuando le rodeé el cuello con las<br />
manos. Salté encima de ella con tal ímpetu que las dos caímos al suelo. Se oyeron chillidos y<br />
voces asustadas. Yo estaba completamente cegada por la rabia.<br />
De repente sentí unas manos que me agarraban con fuerza por los hombros y tiraban de<br />
mí para arriba. Ruby aprovechó para ponerse en pie. Tenía la cara congestionada y los ojos<br />
llenos de lágrimas.<br />
Me di la vuelta para ver quién me había apartado: era Dawn.<br />
-¡Tranquilízate! -me gritaba al oído-. ¡Tranquilízate, Annie!<br />
Ruby estaba delante de mí, con las manos apoyadas en las rodillas y respirando con<br />
dificultad.<br />
- Por fin conseguí librarme de Dawn con un brusco movimiento.<br />
Ruby levantó la mirada hacia mí, temerosa de que volviera a la carga.<br />
¡Has intentado matarme! -le grité. Ruby quedó muy sorprendida pero no me contestó-.<br />
¡Pero no me vas a asustar! ¡No lo vas a conseguir!<br />
-Annie, ¿pero qué te pasa? -dijo Ruby.<br />
-Sabes perfectamente de qué estoy hablando -dije entre dientes, bajando la voz al ver que<br />
se acercaban dos profesores.<br />
-No, no lo sé. ¡En serio! -insistió-. Estás como una cabra, Annie, de verdad.<br />
Abrí la boca para decir algo pero no pude pronunciar ni una palabra. Me volví enfurecida<br />
e indecisa hacia Jonathan, que me estaba mirando con una expresión tensa.<br />
-¡Bueno, di algo! -le grité-. ¿Te vas a quedar ahí sin decir nada?<br />
Se puso rojo y se quedó totalmente paralizado.<br />
-Annie, no sé qué es lo que está pasando -dijo.<br />
Los profesores se abrían paso entre la gente, acercándose para averiguar qué sucedía.<br />
-Jonathan... -Me detuve porque no sabía exactamente qué decir.<br />
Toda mi ira desapareció, como si alguien le hubiera quitado el tapón a la rabia contenida<br />
que me había llevado hasta el gimnasio. Sentí mucha vergüenza al darme cuenta de que todos<br />
me estaban mirando y hablaban sobre mí.<br />
-Estás como una cabra, Annie -repitió Ruby-. Estás chiflada.<br />
Eché a correr, humillada y vencida, me abrí paso entre un grupo de chicos y chicas,<br />
empujé la puerta del gimnasio y salí a toda velocidad. Luego me dirigí hacia la escalera y subí<br />
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