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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
Los altos árboles con las hojas de la primavera impedían el paso de la escasa luz que<br />
quedaba a aquella hora. Cuando me di cuenta de que allí estaba todo tan oscuro que parecía de<br />
noche me entró mucho miedo, pero no podía parar de pedalear, todavía no tenía ganas de<br />
volver. Me encantaba ir en bici a toda velocidad bajo la sombra de los árboles, notando aquel<br />
aire frío en las mejillas.<br />
Al principio sólo se oía el susurro de las hojas de los árboles, los truenos a lo lejos y el<br />
ruido de los neumáticos en el camino. Pero luego oí otro ruido detrás, muy cerca. Me di la<br />
vuelta y vi a alguien en el camino, vestido con ropa oscura, que corría hacia mí. De pronto<br />
recordé la pesadilla, donde todo era en blanco y negro, como la persona que me perseguía. El<br />
pánico me agarrotó las piernas. Quería ir más deprisa para alejarme de aquel sueño siniestro.<br />
La persona se acercaba cada vez más, corriendo a toda velocidad, y se oía el ruido de los<br />
zapatos golpeando el suelo a cada zancada.<br />
-¡Oh! -grité cuando la rueda de delante chocó contra algo en el camino.<br />
No me dio tiempo de verlo bien, pero seguramente había pisado una piedra. Perdí el<br />
control de la bicicleta; los árboles se inclinaban y el suelo se acercaba a mi cara. Caí de<br />
costado y sentí un intenso dolor. La bicicleta me cayó encima y la rueda de delante se quedó<br />
girando.<br />
«Me ha atrapado», pensé.<br />
16<br />
Intenté quitarme la bici de encima, aterrorizada. Los pasos se detuvieron: la persona que<br />
me perseguía me había alcanzado. Miré hacia arriba.<br />
-¡Ryan! -grité.<br />
Se inclinó hacia la bici, con la respiración entrecortada, y la agarró por el manillar para<br />
quitármela de encima. La apoyó en un árbol y se secó el sudor de la frente con la manga del<br />
jersey.<br />
-Ryan... ¿qué estás haciendo aquí? -le pregunté con una voz aguda y chillona que apenas<br />
parecía la mía. Me agarró del brazo y me ayudó a levantarme.<br />
-¿Estás bien? -me dijo sin responder a mi pregunta-. ¿Te has hecho daño?<br />
-No, no creo -respondí temblando. Intenté quitarme el barro de los tejanos.<br />
Empezó a llover. Primero se oyeron unas gotitas que caían sobre las hojas de los árboles<br />
que tenía encima de la cabeza, y luego empecé a mojarme con unas gotas grandes y frías.<br />
-¿Por qué te escapabas? -me preguntó Ryan, mirándome a través de las gruesas gafas,<br />
con una expresión de desconcierto en su rostro larguirucho.<br />
-No... no lo sé -admití avergonzada-. Creí que eras...<br />
«¿Alguien que ha aparecido en una de mis pesadillas? ¿Qué es lo que he creído? ¿Por<br />
qué me he asustado tanto?»<br />
-Pensé que estaba sola -le expliqué- y cuando vi que alguien me perseguía...<br />
-¿No has oído que te llamaba? -preguntó. Me quitó una ramita de la manga de la camisa.<br />
El ruido de las gotas contra las hojas se hizo más fuerte.<br />
-Nos vamos a quedar empapados -le dije. Levanté la bici y le eché un vistazo. No me<br />
pareció que le hubiera pasado nada, al menos no se había torcido-. Creo que he chocado<br />
contra una roca.<br />
-Sí -dijo Ryan señalando una piedra que sobresalía justo en el centro del camino-. ¡Ibas<br />
muy rápida! -exclamó Ryan, observándome intensamente.<br />
-Sí -contesté recuperando el aliento-. ¿Y qué haces tú aquí?<br />
Empecé a caminar con la bicicleta hacia la escuela, con Ryan justo detrás.<br />
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