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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
Me encantaba el hoyuelo que tenía en el mentón, y también el modo en que el pelo se le<br />
mantenía firme contra el viento, sin despeinarse.<br />
Hubiera debido de advertir la tristeza que se reflejaba en sus ojos verdes, el miedo, el<br />
terror. Pero no vi nada, claro.<br />
Tendría que haberle preguntado qué hacía al borde del barranco. Por qué miraba tan<br />
intensamente hacia abajo, donde las aguas turbulentas rompían contra las rocas. Pero no lo<br />
hice, como era de esperar. En vez de eso le dije:<br />
-Es impresionante estar aquí arriba -un comentario bastante insulso, pero al menos había<br />
conseguido hacerlo sin tartamudear.<br />
-Pues sí -contestó rascándose la patilla derecha.<br />
-El pueblo es muy aburrido -continué-. Quiero decir que no está mal, pero no tiene nada<br />
de particular. No me hubiera imaginado que iba a encontrar algo así -dije señalando las<br />
cascadas.<br />
La mirada de Jonathan apuntaba hacia el bosque que había detrás de mí.<br />
-Bueno, es que he dejado la bicicleta ahí detrás -dijo-. Espérame aquí, voy a buscarla.<br />
-¿Te gusta ir en bici? -le pregunté mientras pasaba de largo.<br />
-Sí, mucho -respondió sin detenerse. Desapareció detrás de las rocas de granito.<br />
Crucé los brazos, encogiéndome de hombros por el frío y miré fijamente al pueblo que<br />
había justo debajo. Aunque el sol de la tarde aún estaba alto en el cielo, hacía un poco de frío<br />
allí arriba.<br />
«Qué sitio más maravilloso», pensé. Sabía que acudiría a ese lugar a menudo con mi<br />
bicicleta. De repente se me ocurrió que tal vez pedalearía junto a Jonathan. Tenía el tonto<br />
presentimiento de que estábamos predestinados a conocernos ahí. Como en una de esas<br />
películas románticas en blanco y negro.<br />
«A lo mejor le pido que me acompañe a dar un paseo en bici el fin de semana que<br />
viene», pensé.<br />
Le miré mientras se acercaba, llevando de la mano una resplandeciente bicicleta negra de<br />
carreras.<br />
«No. Seguro que tiene novia -pensé, hundiéndome en la miseria-. Es demasiado atractivo<br />
como para no tenerla. Además ha dicho que estaba esperando a alguien.»<br />
Apoyó su bicicleta en una de las grandes rocas y se dirigió hacia mí con largas y lentas<br />
zancadas.<br />
- Así que... ¿acabas de trasladarte aquí? -preguntó, retirando de mis cabellos una larga<br />
brizna de hierba.<br />
-Sí. Mis padres van a dar clases en Logan, ya lo conoces, la escuela universitaria.<br />
- Es una extraña época del año para mudarse -comentó, mirando hacia las cascadas por<br />
encima de mi hombro.<br />
-Dímelo a mí -refunfuñé-. Tener que cambiar de instituto y toda la historia. ¡Es horrible!<br />
Me observó con detenimiento.<br />
-¿Estás en el último curso?<br />
-En el penúltimo -puntualicé.<br />
- ¿Has conocido a alguien? Me refiero a otros chicos.<br />
-Sólo a ti -dije riendo.<br />
Él también se echó a reír, aunque con moderación.<br />
-Entonces supongo que debería enseñarte los alrededores, ¿no? -dijo con una repentina<br />
timidez.<br />
«Tendría que salir por la televisión -pensé-. ¡Es guapísimo!»<br />
-Podría guiarte en una excursión por Shocklin Falls -se ofreció, haciendo un gesto hacia<br />
su bicicleta-. En un par de minutos lo veremos todo -bromeó.<br />
-Bueno, creo que ya he hecho la excursión -contesté, e inmediatamente me arrepentí de<br />
haberlo dicho. «¿Por qué he dicho eso? -me reproché a mí misma-. Me ofrece pasear en bici<br />
conmigo y yo lo rechazo. ¡Qué burra soy!»<br />
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