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LA NOVIA MUERTA R. L. STINE

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Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />

Yo veía las cosas de ese modo. Ojalá hubiera tenido el valor de preguntar a Jonathan si<br />

estaba en lo cierto, pero aún no tenía la suficiente confianza con él como para sacar el tema.<br />

Después de todo, él nunca me había mencionado a Louisa, y a mí no me parecía apropiado<br />

que fuera yo la primera en hablar del asunto.<br />

Íbamos en bici por el medio de la calle porque había muy poco tráfico. Mucha gente se<br />

dedicaba a cortar el césped, pasar el rastrillo, quitar las malas hierbas, y plantar flores.<br />

Un grupo de niños jugaba a subir por la pared de una casa en obras.<br />

-¡Ésta es mi habitación! -gritó un niño.<br />

-No, eso es la cocina -le corrigió otro.<br />

-¿Qué tal vas? -me preguntó Jonathan gritando hacia atrás pues me llevaba casi unos diez<br />

metros de ventaja.<br />

- Bien. Me gusta esta bici -contesté.<br />

-Ésta es la casa de Caleb, ¿te acuerdas? -dijo Jonathan señalando una casa blanca de<br />

madera con una cerca de setos descuidados a lo largo de la fachada.<br />

Justo cuando Jonathan la estaba señalando, apareció Caleb ante la puerta de su casa.<br />

-¡Eh! ¡Eh! -llamó, reconociéndonos inmediatamente-. ¿Adónde vais?<br />

Jonathan dio la vuelta y se dirigió hacia el camino que conducía a la casa. Al frenar le<br />

derraparon las ruedas en la grava y la bici se detuvo a menos de tres centímetros de Caleb,<br />

quien se llevó sonriendo las manos a la cabeza en señal de rendición. Yo me paré junto a<br />

Jonathan.<br />

-Qué calor hace, ¿verdad? -dijo Caleb, sonriéndome y apartándose el cabello de la frente.<br />

El pendiente de oro le relucía bajo el sol.<br />

-¿Por qué no hablamos un rato del tiempo? -preguntó Jonathan sarcásticamente. Echó<br />

una ojeada a la casa de Caleb. Alguien nos estaba observando desde una ventana. Supuse que<br />

la madre de Caleb.<br />

-¿Ya has reparado la bici? -preguntó Jonathan.<br />

-Sí, en realidad podríamos decir que sí -contestó Caleb, haciendo una mueca.<br />

-¿Quieres venir con nosotros? -propuso Jonathan. Caleb asintió.<br />

-No tengo nada mejor que hacer. -Se limpió las manos en los tejanos-. Voy a buscar la<br />

bici. Las ruedas están un poco deshinchadas, pero es igual.<br />

Se dirigió a la parte trasera de la casa, dando patadas a la grava mientras andaba.<br />

Después de avanzar unos cuantos pasos se dio la vuelta.<br />

-¿Adónde vamos?<br />

-A lo alto de las cascadas -respondí.<br />

-¿Qué? -Caleb se quedó boquiabierto-. ¿Qué has dicho? -preguntó mientras miraba<br />

fijamente a Jonathan.<br />

-A lo alto de las cataratas -repetí en voz baja, sorprendida por la reacción de Caleb.<br />

Él seguía mirando a Jonathan.<br />

-¿Estáis seguros?<br />

-Sí, estamos seguros -dijo Jonathan inmediatamente-. Bueno, ¿vienes o no, antes de que<br />

se haga de noche? Como te entretengas, les va a salir moho a las bicis.<br />

-Oye, me parece que no estás de muy buen humor. ¿Seguro que quieres que vaya con<br />

vosotros?<br />

-¡Venga ya, vete a buscar la bici! -replicó Jonathan. Caleb fue a la parte trasera de la casa<br />

para buscar la bicicleta.<br />

-A este césped le hace falta un buen corte -dije observando lo largo que estaba y las<br />

malas hierbas que crecían por todas partes.<br />

-Sus padres no le dejan manejar el cortacésped -dijo Jonathan sonriendo-. No se fían de<br />

que no se quede sin piernas.<br />

Caleb apareció al cabo de un rato con una tambaleante y vieja bicicleta BMX, con el<br />

sillín subido al máximo y los neumáticos casi totalmente deshinchados.<br />

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