You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Librodot La novia muerta R. L. Stine<br />
-¡Te podrías haber matado, idiota! -gritó Jonathan furioso.<br />
-Qué va, hombre -dijo Caleb con los brazos cruzados y su típica expresión de burla-.<br />
Todo está calculado.<br />
-¿Calculado? ¡Estás chiflado! -replicó Jonathan.<br />
-El truco está en medir el tiempo -presumió Caleb sin prestar atención a la rabia que<br />
sentía Jonathan. Caleb se volvió hacia mí-: ¿Has visto la mirada de ese camionero?<br />
-No. No he visto nada -admití yo-. He cerrado los ojos. -Me temblaban las piernas y<br />
tenía la boca seca.<br />
-¡Parecía que se le iban a salir los ojos de las órbitas! -rió Caleb.<br />
-Ha sido una absoluta estupidez -dijo Jonathan frunciendo el ceño.<br />
-Bueno, no me ha atropellado, ¿no? -dijo Caleb, defendiéndose-. Si me hubiera<br />
atropellado, entonces sí que habría sido una estupidez. Pero yo sé calcular, Jonathan.<br />
Jonathan lo miró furioso, se acercó a él y bajó la voz, aunque de todos modos oí lo que le<br />
decía:<br />
-Estás pavoneándote delante de Annie.<br />
-¿Quién, yo? -Caleb me miró por encima del hombro de Jonathan-. De verdad que no,<br />
Jonathan.<br />
Jonathan levantó las manos en señal de rendición y le dijo:<br />
-¿Vamos a pasear en bici o no?<br />
-Sí, claro. Vamos -contestó Caleb dolido.<br />
Jonathan atravesó rápidamente la carretera, agarró su bici y montó en ella sin mirarme.<br />
Estaba de mal humor y muy afectado por la idiotez de Caleb de hacerse el valiente delante del<br />
camión.<br />
-Esta vez ha estado a punto de no poderlo contar -dijo entre dientes, más para sus<br />
adentros que para que yo le oyera.<br />
Empezamos a pedalear adquiriendo cada vez más velocidad a medida que la sinuosa<br />
carretera se adentraba en el bosque hacia las cascadas.<br />
-¿Por qué le gusta tanto a Caleb hacer cosas tan peligrosas? -pregunté.<br />
- ¡Porque soy un chico peligroso! -exclamó Caleb al oírme, y soltó una carcajada-. ¡Soy<br />
muy peligroso!<br />
Jonathan se limitó a fruncir el ceño.<br />
Unos minutos más tarde encontramos el sendero que conducía a lo alto de las cascadas.<br />
Las cascadas eran más bonitas de lo que yo recordaba: el agua caía en vertical desde el<br />
borde del precipicio formando gotas de plata bajo los rayos del sol.<br />
-Aquí arriba huele a limpio -dije cerrando los ojos y respirando profundamente.<br />
Dejamos las bicis en el sendero y aparté la vista de las cascadas para mirar al bosque.<br />
Los brotes empezaban a crecer y todo se veía mucho más alegre y verde que la semana<br />
anterior.<br />
Esperaba que aquel paisaje tan impresionante devolviera el buen humor a Jonathan, pero<br />
cuando me di la vuelta me quedé de piedra al ver que estaba al borde del precipicio, mirando<br />
hacia abajo con el ceño fruncido.<br />
Era justo el sitio donde estaba cuando lo vi por primera vez. Allí mismo, al borde del<br />
abismo, mirando hacia abajo con una expresión de profunda tristeza. Aquel día pensé que<br />
Jonathan iba a saltar, y al recordarlo sentí un estremecimiento por todo el cuerpo.<br />
De repente me di cuenta de que Caleb se había acercado a mí y que también miraba a<br />
Jonathan fijamente.<br />
-Sabía que no deberíamos haber venido aquí -me dijo Caleb en voz baja, sin dejar de<br />
mirar a Jonathan-. Sabía que aún no estaba preparado para volver aquí arriba.<br />
-Antes estaba de muy buen humor -dije sintiendo las finas gotas de agua que me<br />
salpicaban la cara.<br />
-Ahora no lo está -dijo Caleb secamente, negando con la cabeza-. No deberíamos estar<br />
aquí.<br />
Librodot<br />
33<br />
33