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Critica 145 - Revista Crítica

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LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA MODERNA<br />

gio que nuestra cultura, en sus ámbitos superiores, otorga al arte y a las ideas<br />

que el arte propone —el convencimiento creciente de que el arte produce más<br />

verdades que cualquier otra actividad intelectual—. En esta cultura, qué im -<br />

presión supone descubrir el acerbo escepticismo de Santayana sobre el arte,<br />

o la afirmación de Keats, que los críticos y estudiosos nunca notan, presumi -<br />

blemente porque la consideran una aberración, de que la poesía no es tan “be -<br />

lla como la filosofía —por la misma razón de que un águila no es tan bella<br />

como la verdad”—. Para muchos estudiantes, ninguna idea que puedan en -<br />

contrar en alguna disciplina del colegio igualará en fuerza y autoridad las ideas<br />

que les proporciona la literatura moderna.<br />

El autor de La montaña mágica dijo alguna vez que toda su obra podía<br />

entenderse como su esfuerzo para liberarse de la clase media, y esto, por su -<br />

puesto, sirve para describir el objetivo principal de la literatura moderna. Y el<br />

instrumento para la libertad que Mann prescribe (a pesar de la ironía carac te -<br />

rística) es el instrumento de la libertad que de hecho toda la literatura moder -<br />

na prescribe. Esto es, en palabras de Claudia Chauchat, “se perdre et même…<br />

se laisser dépérir”, y así, nombrar los instrumentos es hacer evidente que el<br />

fin no es sólo liberarse de la clase media sino liberarse de la sociedad misma.<br />

Aventuro la idea de que perderse uno mismo hasta el punto de la autodes -<br />

trucción, o rendirse a la experiencia sin considerar el propio interés o la mora -<br />

lidad convencional, de escapar por completo a las ataduras sociales, es un<br />

“elemento” presente en algún lugar de la mente de cualquier hombre moderno<br />

que se atreva a pensar en lo que Arnold en su sincero modo victoriano llama<br />

“la plenitud de la perfección espiritual”. Pero el maestro que se compromete<br />

a presentar la literatura moderna a sus estudiantes podría no permitir que la<br />

idea permanezca en alguna parte, debe sacarlo del lugar donde habitualmente<br />

existe sin ser notado y ponerlo en la primera fila consciente de sus pensamien -<br />

tos. Y si está comprometido con la literatura moderna, también debe comprome -<br />

terse con la idea principal de la literatura moderna. Insisto en la lógica de la<br />

situación no para cuestionar la legitimidad del compromiso, o incluso la pertinen -<br />

cia de manifestar el compromiso en el salón de clases (¡aunque parecería ex -<br />

traño!), sino para enfrentar a aquellos de nosotros que enseñan literatura<br />

moderna con la sorprendente realidad de nuestra empresa.<br />

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