Critica 145 - Revista Crítica
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16<br />
Pero decía yo antes, Ramón López<br />
Velarde ofrece también un tendido de<br />
sombra al que no entra todo mundo;<br />
Ramón López Velarde tiene también<br />
una vertiente escarpada, abstrusa y por<br />
momentos estrafalaria que lectores po -<br />
co atentos le perdonan como una hu -<br />
morada y por la que pasan como sobre<br />
ascuas. Y a quienes logran penetrar allí,<br />
al tendido de sombra, el poeta ofrece<br />
un espectáculo bizarro, mitad orgía mi -<br />
tad misa negra de una tenebrosa y sin -<br />
gular belleza.<br />
En el prólogo de una pequeña edición<br />
de las Soledades, Antonio Marichalar,<br />
si mal no recuerdo, explica la creación<br />
del lenguaje gongorino como la necesidad,<br />
en determinadas épocas y en de -<br />
terminados medios, de comunicar o<br />
expresar ideas o sentimientos cuya di -<br />
fusión se juzga peligrosa o inconvenien -<br />
te; la necesidad de expresar, por medio<br />
de metáforas o alegorías más o menos<br />
oscuras, aquellas cosas que por decen -<br />
cia, temor u otra consideración análoga,<br />
no es permitido llamar por sus nombres.<br />
Necesidad en cierto modo semejante<br />
a la que ha dado origen así al lenguaje<br />
esotérico de ciertas religiones como<br />
el argot o jerigonza, caló o slang de los<br />
merceros, truhanes, gitanos, pordiose -<br />
ros, gangsters y demás clases peligrosas<br />
de la sociedad.<br />
Xavier Villaurrutia, a quien antes ci -<br />
té, se pregunta si la oscuridad de ex -<br />
presión de López Velarde fue voluntad<br />
de exactitud o simple deseo de singularizarse;<br />
si las metáforas de su poesía<br />
son rebuscadas o inevitables.<br />
Tal vez haya lo uno y lo otro. Tal vez<br />
para aquel espíritu impregnado de la<br />
suntuosa liturgia eclesiástica era co -<br />
rriente e inevitable esa manera, digamos<br />
ornamental, de expresar los sentimientos<br />
más inconsútiles.<br />
Tal vez ese espíritu que nunca perdió<br />
su limpia candidez aldeana em -<br />
pleaba, sin quererlo, el ingenuo y un<br />
poco atolondrado truco que todos he -<br />
mos empleado cuando, adolescentes,<br />
intentábamos seducir a la primera no -<br />
via hablándole de la luna y de las<br />
estrellas. Tal vez el horror de López<br />
Velarde al lugar común y la metáfora<br />
gastada venía sencillamente de que no<br />
olvidó nunca aquella breve y aguda<br />
lección de Juan Ramón Jiménez que<br />
reza: el primero que dijo que las perlas<br />
eran lágrimas fue un genio y el<br />
último que lo repite es un idiota. O tal<br />
vez, como ocurre frecuentemente, no<br />
se trata en este caso tanto de la oscuridad<br />
del artista cuanto de la miopía o<br />
descuido de los espectadores, pues re -<br />
sulta que muchos de sus adjetivos —que<br />
según alguno de sus panegiristas ten -<br />
drían “coroza y vela verde en un auto